Roa Bastos regresa a la intimidad de Iturbe, su pueblo natal, tras 50 años de ausencia
El autor de 'Contravida' confiesa que "sin el exilio nunca hubiera sido escritor"

ROCÍO GARCÍA, El desgarro del exilio hizo nacer al escritor. Han tenido que pasar 50 años para que Augusto Roa Bastos regresara a Iturbe su pueblo natal, y conciliar así el desgarro interior de una vida y una obra marcada por el exilio político. A los 78 años, el escritor paraguayo-español vuelve con Contravida, su última novela publicada en España por Alfaguara, a sus raíces literarias y emocionales. "Es mi libro más importante, más entrañable y más autobiográfico", reconoció ayer en Madrid Augusto Roa Bastos, quien el curso próximo iniciará una colaboración con la universidad de Alcalá de Henares.
"Empecé a escribir en el exilio; la única manera de mantener el vínculo con mi país era la literatura. No solo mi vida, sino mi obra está marcada por esa impronta desgarradora del exilio. No me quejo, al contrario. Al exilio le debo infinidad de revelaciones. A pesar de las tristezas que me causó, sin el exilio nunca hubiera sido escritor. y a lo mejor la ratur hubiera salido ganando", dijo ayer el autor de obras como Yo El Supremo, Vigilia del Almirante y El Fiscal.Con las persecuciones desencadenadas por la dictadura militar de Paraguay, Roa Bastos se vio obligado a iniciar su exilio en Argentina en 1947 y continuó en Francia, país en el que vive desde hace casi veinte años. Con Contravida, Roa Bastos rinde, fiel, un homenaje a su, pueblo natal, Iturbe, "ese pantanal de barro y azúcar". "Una de las virtudes del ser humano", señaló, "es la fidelidad a las cosas esenciales".
"En el ocaso de mi vida quiero rendir este homenaje al pueblo en el que amaneció mi vida, un pueblo cuyas gentes esconden el sentido de lo esencial, ese saber entender lo que hay de excepcional en la vida", manifestó. Roa Bastos viajó, después de 50 años de ausencia, a Iturbe para dedicar personalmente el libro a sus conciudadanos.
Contravida narra las vicisitudes de un preso que tras siete anos de cárcel sobrevive en una fuga al asesinato de varios de sus compañeros. Reinicia entonces una nueva vida, con otra identidad, y toma el tren que le llevará a su pueblo de origen. Entre el sueño y la pesadilla, el protagonista rememorará pasajes de su niñez, la ayuda de su madre con los primeros escritos, los castigos de su padre y sobre todo, al maestro Gaspar Cristaldo, hombre de alma mágica, fundador de la misteriosa aldea de Manorá, el lugar para la muerte donde nadie muere.
Como una decisión muy personal en su vida de escritor, Roa Bastos ha despojado la literatura de Contravida de sus atributos comunes para afrontar la realidad humana de un autor, en este caso él mismo. "Es sin duda mi libro más importante, más entrañable y más autobiográfico", confesó Roa Bastos.
"Es un libro en el que confluyen la mayor parte de las líneas narrativas de mi obra, pero para negarlas, ya que uno de los principios de la literatura de ficción se resume no solo en la posibilidad de crear mitos, sino de destruirlos", señaló el autor, a quien le embarga un sentimiento de que el final de su obra como escritor se encuentra en la tentativa de desconstrución. "Gracias a este fenómeno de erosión", -dijo- "van quedando sólo los nombres importantes, como Cervantes, Dante o Shakespeare".Roa Bastos, que inició su carrera literaria como periodista -"soy colega vuestro", saludó a la prensa de Madrid- y, más concretamente, como corresponsal en la II Guerra Mundial, reconoció que la poesía, su siguiente paso vocacional, le rechazó, lo que le llevó posteriormente a la novela, "el género más fácil del mundo". Sin embargo, la poesía emerge en Contravida. No en vano, confiesa el veterano escritor, quien empieza por la poesía queda contaminado para siempre. "Aunque me retiré respetuosamente de ella, sigue aflorando en mis libros, por ello la estructura misma de Contravida está gobernada por una estructura poética".
çNuevas formas literarias
Su preocupación por el futuro y el presente de la literatura, le lleva a afirmar al autor paraguayo que en los tiempos de dura violencia que vive el planeta -"está en el horno, cocinando un futuro que no se puede aún adivinar"-, la literatura se ve en la necesidad de buscar nuevas formas. Sin embargo, frente al cultivo actual de lo degradado, del feismo, -"se habla incluso de la literatura de papel higiénico"-, Roa Bastos reivindica a la desesperada la literatura como arte que puede convertirse en algo importante. "Me aferro desesperado a la tradición clásica occidental, para que la literatura tenga un sentido".
Roa Bastos, que obtuvo la nacionalidad española en 1983 y recibió el premio Cervantes seis años después, anunció su propósito de aceptar una oferta que ha recibido de la Universidad de Alcalá de Henares para incorporarse a la enseñanza a partir del próximo curso e instalarse definitivamente en nuestro país.
"Conozco casos de gente que ha tenido que abandonar su país por diferentes motivos", contó el escritor "y que han acabado. adoptando la cultura del lugar que les recibe y perdiendo su memoría. Yo he procurado aprovechar las otras culturas que he conocido, pero no he perdido nunca mis raíces".
Alergia a los dictadores
R.G., Su obsesión por producir una literatura de valores y de mirar la realidad con ojos críticos,, le ha convertido en el enemigo de todos los gobiernos de Paraguay. "Les produzco cierta alergia a los dictadores, algo que me honra y me estimula a ser un autor creativo y crítico", dijo ayer un juvenil Roa Bastos.
Paraguay le obsesiona. No es para menos. Y por ello dice que está en rebelión contra ese destino histórico de tragedia que arrastra su país desde su nacimiento como nación independiente en 1811. "Paraguay está señalado pro la tragedia desde su creación, marcado por guerras como la de la Triple Alianza, que destruyó nuestra incipiente independencia económica, o la del Chaco, contra Bolivia, azuzada, por los intereses petroleros internacionales. Mi país ha sufrido muchos reveses históricos, incluidas dictaduras, y el fruto de todo ello ha sido la pesada atonía que continúa arrastrando".
Para Roa Bastos, los países latinoamericanos siguen siendo vasallos de las potencias económicas, por lo que se muestra partidario "de una segunda independencia de estos países que los degradan, los maniatan y los acoquinan". La existencia de dos lenguas en Paraguay, el español y el guaraní, le pone en una situación incómoda a Roa Bastos. "Son dos lenguas distintas, que no son amigas, que se detestan cordialmente y que luchan por anularse mutuamente. El guaraní, la lengua indígena, no ha llegado a la escritura pero es la que habla todo el pueblo y la que almacena las emociones de la gente. Yo me encuentro en una situación incómoda escribiendo en español, que es mi lengua materna".
Ha retomado una máxima de Augusto Céspedes, escritor boliviano que fue embajador en Paraguay, quien le dijo en una ocasión que no existe el plagio en la literatura, que todo está dicho, visto y escrito.
"El deber de un autor es encontrar variantes dentro de esta tradición de que todo está dicho, visto y escrito", señaló el autor de Contravida.
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