Valdano vengó al Madrid

El equipo madridista puso el juego y las ocasiones ante un Tenerife sin cabeza

El Real Madrid logró quitarse el gafe del Heliodoro Rodríguez López de las últimas temporadas y, con el que fuera su verdugo, Jorge Valdano, en el banquillo, venció y convenció en la isla de tan triste recuerdo para los aficionados merengues. La posesión del balón, la precisión de sus. pases y la convicción propia de un equipo que se ve campeón de Liga fueron las claves de un partido en el' que el Tenerle tuvo pocas opciones. Para colmo, el ex blanquiazul Redondo y el tinerfeño Sandro brillaron con luz propia y dejaron muestras de que el pasado ya no cuenta y el futuro está garantizado.El ambi...

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El Real Madrid logró quitarse el gafe del Heliodoro Rodríguez López de las últimas temporadas y, con el que fuera su verdugo, Jorge Valdano, en el banquillo, venció y convenció en la isla de tan triste recuerdo para los aficionados merengues. La posesión del balón, la precisión de sus. pases y la convicción propia de un equipo que se ve campeón de Liga fueron las claves de un partido en el' que el Tenerle tuvo pocas opciones. Para colmo, el ex blanquiazul Redondo y el tinerfeño Sandro brillaron con luz propia y dejaron muestras de que el pasado ya no cuenta y el futuro está garantizado.El ambiente era el de las grandes tardes de fútbol, aquéllas que a cualquier jugador le gusta vivir, como protagonista, como partícipe de una fiesta' que llega y entusiasma a mucha gente. El escenario era el idóneo y el clima perfecto para la práctica del fútbol. Sólo faltaba la emoción que supone la necesidad imperiosa de los puntos, ya que ni el Real Madrid ve amenazado su liderato y su más que probable título de Liga, ni el Tenerife parece que pueda optar a ocupar un puesto' que le permita disputar la próxima temporada la Copa de la UEFA.

El partido comenzó como quería Jorge Valdano. El balón era prácticamente del equipo madridista y aunque no llegaba con claridad al área rival, el dominio era absoluto. Esa superioridad causaba un doble efecto. Por un lado, generaba una psicosis de inferioridad al Tenerife y por otro, propiciaba un desgaste físico enorme a los jugadores blanquiazules, al estar corriendo todo el tiempo detrás del esférico. Durante la primera media hora de juego las acciones de gol no fueron claras. Parecía como si se estuviera a la espera de que llegara la recta final para apretar el acelerador.

Cuando el Tenerife logró deshacerse algo del dominio madridista, llegó un contraataque que acabó con. un pase. en profundidad que el delantero Pizzi no pudo culminar por la actuación de Buyo con el pie. Pero la diferencia entre uno y otro equipo no sólo fue en el nivel de juego.También se notó a la hora de decidir las ocasiones. Mientras en el minuto 27 Pizzi no podía superar a Buyo, dos minutos después, en el único tiro a puerta entre los tres palos del Real Madrid hasta entonces, acabó en gol.

Fue un pase preciso de Martín Vázquez que recogió dentro del área Zamorano quien, con un disparo alto y cruzado, superó de forma espectacular a Buljubasic.

A partir de ahí, el partido se abrió. El Tenerife tuvo su mejor fase de juego con algunas aproximaciones peligrosas que no cristalizaron, pero el Real Madrid, fiel a su esquema, no se descompuso e insistió en ataque.

La tónica en los primeros minutos de la reanudación no varió, ya que el balón siguió pegado a las botas de los jugadores madridistas. El Tenerife se conformaba con intentar robar alguno de ellos y montar lentos contraataques.

El poderío madridista centro del campo también se notaba en el área, como lo demostró de nuevo Zamorano, aunque en dos ocasiones se encontró con otras tantas oportunas intervenciones del guardameta del Tenerife, a quien se le agolpaba el trabajo con las internadas y centros de Sandro y Amavisca.

La anticipación madridista era constante, los pases seguros, los remates peligrosos. Para colmo, esa superioridad también se hizo numérica, tras la retirada de Felipe, lesionado, cuando los cambios del Tenerife ya -estaban hechos.

Así las cosas, el Real Madrid siguió hacia arriba en busca del segundo gol, que a punto estuvo de conseguir otra vez Zamorano, quien encontró este. domingo un hueso duro de roer en Buljubasice. Sin embargo, el espectáculo lo ponía un tinerfeño, el único sobre el césped del estadio insular, Sandro, por el que guspiran directiva y aficionados.

El último cuarto de hora del partido fue un toma y daca entre ambos equipos. El Real Madrid, no renunció a aumentar su ventaja en el marcador, mientras el Tenerife, con mucha casta pero sin cabeza, se desesperaba por acercarse a la portería de Buyo e intentar conseguir el empate.

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