La Europa de 1996
EL NUEVO presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Santer, fue elegido para suceder a Delors como, una persona más bien tímida ante el porvenir europeo, frente al belga Dehaene, considerado como profederalista. Pero hasta ahora Santer ha dado pruebas de activismo europeo, tanto en el Parlamento de Estrasburgo como en la reunión de Davos en la que acaba de tomar parte. Esta personalidad de Santer es importante con vistas a la gran conferencia intergubernamental fijada para 1996, que deberá estudiar los cambios que conviene introducir en el Tratado de Maastricht ante la experiencia de los últimos años y sobre todo ante la perspectiva de nuevas ampliaciones.Ello explica que estemos ya en una fase de la polémica, tanto en el Parlamento de Estrasburgo como en los círculos políticos de numerosos países, sobre lo que esa conferencia debe dar de sí. Lo que está claro es que no habrá, al estilo de los discursos de Delors, proclamas explícitas de un paso a una etapa federalista, ya que las reacciones a ese término y a traspasos de soberanía demasiado genéricos a órganos europeos produce fuertes rechazos, y no sólo en el Reino Unido. Por otra parte, que la Unión siga funcionando con predominio de la unanimidad, sobretodo cuando, se amplíe a 20 miembros o más, la reduciría automáticamente a un libre mercado, sin ninguna de las funciones necesarias para Europa que los mismos Gobiernos han aceptado al firmar el Tratado de Maastricht.
Por eso, el avance se hará con medidas concretas que ayuden a un funcionamiento institucional más operativo (o sea, ampliando los casos de mayoría cualificada tanto en la Comisión como en el Consejo de Ministros), y asimismo creando los órganos precisos para asumir las nuevas tareas que Maastricht atribuye a la Unión.
La ausencia de una política exterior y de seguridad europea ha sido causa de algunos fracasos ruidosos; por ejemplo, ante la guerra de Bosnia. Es uno de los terrenos en que resulta más difícil pasar del esfuerzo por aunar criterios nacionales a tomas de decisión europeas. El resultado, comprobado ya en muchos casos, ha sido la pasividad, con el único resultado positivo de evitar enfrentamientos directos entre Gobiernos de la UE. Quizá el avance ahora posible sería -como propone el Grupo Socialista de Estrasburgo_ por boca de la ex ministra francesa Elisabeth Guigou- la creación de un órgano conjunto de la Comisión y del Consejo, con facultad para preparar de modo sistemático las decisiones que correspondan al interés europeo en los asuntos más importantes. Si ese sistema funcionase, generaría las condiciones para crear órganos de la UE con capacidad para actuar de modo directo y operativo en el ámbito internacional.
En todo caso, es seguro que el Reino Unido opondrá un no tenaz a cualquier progreso de la conferencia de 1996: Major se muestra cada vez más sensible a la presión de sus euroescépticos, lo cual ha provocado ya la indignación en la prensa de un conservador proeuropeo como lord Howe. Por otra parte, como ha ocurrido en otras etapas de la CE, sería lógico que el di namismo alemán encuentre el apoyo de Francia; pero la campaña presidencial podría acentuar las reservas hacia Europa en la derecha francesa, condicionando, la posición de un Balladur incluso triunfante. Por ello, serias incertidumbres rodean desde ahora la reunión de 1996.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.