Tribuna:

Roca

"Voy a echar a Madrid mucho de menos", ha dicho Miquel Roca al despedirse en el Congreso de diputados y periodistas. El hasta ahora portavoz del grupo parlamentario de Convergencia Í Unió en la Cámara baja ha sido, estoy seguro, perfectamente sincero al decir esa frase. Sigue siendo cierto aquello de que "ser catalán es como el sacramento del orden. Imprime carácter". Y Roca, en Madrid, ha ido "de catalán", quiero decir, se ha paseado por la Villa y Corte representando siempre al nacionalismo catalán. Pero esto no ha impedido al ciudadano Miquel Roca, después de 17 años de tomar semanal...

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"Voy a echar a Madrid mucho de menos", ha dicho Miquel Roca al despedirse en el Congreso de diputados y periodistas. El hasta ahora portavoz del grupo parlamentario de Convergencia Í Unió en la Cámara baja ha sido, estoy seguro, perfectamente sincero al decir esa frase. Sigue siendo cierto aquello de que "ser catalán es como el sacramento del orden. Imprime carácter". Y Roca, en Madrid, ha ido "de catalán", quiero decir, se ha paseado por la Villa y Corte representando siempre al nacionalismo catalán. Pero esto no ha impedido al ciudadano Miquel Roca, después de 17 años de tomar semanalmente el puente aéreo, sentirse atraído por la fascinación de Madrid.Se podría decir que, a estas alturas, Roca es el más catalán de los madrileños y el más madrileño de los catalanes. Si hubiese llegado a ser ministro o si no se hubiese saldado en estrepitoso fracaso su operación reformista, lo madrileño se habría impuesto en él sobre lo catalán y hoy Roca difícilmente podría ser candidato a la alcaldía de Barcelona. Porque, si es cierto que para hacer carrera en Madrid no conviene ser en exceso catalán, también lo es que para hacer carrera en Cataluña no conviene ser demasiado madrileño. Miquel Roca no excede los justos límites ni en lo uno ni en lo otro, de manera que se le puede augurar (con permiso de Maragall, que, como se diría en Madrid, "es mucho Maragall") un excelente resultado en las elecciones.

Miquel Roca trajo a Madrid, en los inicios de la democracia, un espíritu de pacto y compromiso político para el que Madrid estaba ya mentalmente preparado. El pactismo, de honda raigambre en Cataluña, según el historiador Vicens Vives, ha tenido en él un insuperable representante. Deja en la Cámara un excelente recuerdo. Y no sólo como hombre de pacto y de concordia que ha jugado un papel fundamental en la política de nuestro tiempo. Los informadores parlamentarios le han dado este año el premio al mejor orador. Es, la de Miquel Roca, una oratoria antirretórica, "la oratoria de cosas" que Josep Pla atribuía a Cambó y a otros diputados catalanes de su tiempo.

Ahora Roca abandona Madrid y se va a Barcelona. Por experiencia sabe que, políticamente, no se puede estar a la vez en los dos sitios ni dejar un pie en el otro lado del puente aéreo. Que diga ahora que, una vez en Barcelona, "echará a Madrid mucho de menos" significa que, cualquiera que sean sus responsabilidades, Miquel Roca seguirá trabajando por la concordia que tanto necesitamos.

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