_
_
_
_
_

Una máquina casi perfecta

Los análisis biomecánicos de Sergi Bruguera realizados por el CAR demuestran su fuerza y su excelente coordinación

Casi sin darse cuenta, Sergi Bruguera se ha convertido en una máquina de hacer tenis, que roza la perfección. Lluís, su padre, lleva 23 años pensando en la formación de su hijo y pocos menos puliendo todos sus defectos. Viéndole jugar ahora resulta fácil comprender por qué ha ganado dos veces consecutivas en Roland Garros y por qué es el cuarto tenista en la clasificación mundial. Sin embargo, diseccionado por los ordenadores del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat, Bruguera se convierte en una máquina aún mejorable. Pero la potencia de sus golpes y su increíble coordinación ratifican su incuestionable calidad.Cuando uno se sitúa ante una pantalla de ordenador y observa al detalle cómo realiza Sergi sus golpes de drive o de revés, llega a la conclusión de que eso puede aprenderse. Un tenista no puede estar meditando sobre el momento en que debe armar su brazo para preparar un golpe, ni pensar cuándo debe imprimir la máxima velocidad a la raqueta, ni establecer la perfecta coordinación de todas las partes del cuerpo que intervienen para conseguir que la pelotita amarilla salga despedida a la máxima velocidad.

Más información
Un desarrollo biológico tardío

Eso es imposible. Eric van Harpen, uno de los entrenadores más prestigiosos del mundo y el principal artífice de la imparable ascensión de Conchita Martínez en el circuito femenino, explica que para que un tenista de élite consiga automatizar un golpe necesita practicarlo entre 30.000 y 50.000 veces. Pero los años de práctica no son suficientes para hacer a un campeón. Jugadores que se han pasado entre cinco y ocho horas diarias entrenando nunca llegarán a la élite mundial. Y otros que han trabajado mucho menos McEnroe, por ejemplo, embellecen con sus nombres la historia del tenis mundial.

El estudio que Lluís Bruguera, padre del jugador, y el de partamento de Biomecánica del CAR decidieron llevar a cabo con Sergi deja entrever algo de todo eso. ¿Qué es lo que lleva a Bruguera a dar la máxima velocidad a su hombro una décima de segundo antes de pegar un drive? ¿Cómo se explica que su codo se mueva a 21,67 kilómetros por hora sólo cuatro centésimas de segundo más tarde?

¿Por qué dos centésimas más tarde es su muñeca la que alcanza la máxima velocidad? ¿Y cómo es posible que gracias a todo eso consiga que en el momento del impacto su raqueta vaya a 90,32 kilómetros por hora, su máxima velocidad?

Son preguntas sin respuesta. Todo eso no puede pensarlo Sergi mientras se defiende de los constantes ataques de sus rivales. Lo que le lleva a realizar todas estas operaciones de una forma tan matemática es su intuición. No hay otra explicación. Sólo algunos privilegiados lo consiguen. Andrés Gimeno, uno de los más legendarios tenistas españoles, asegura que la distancia que separa a un gran jugador de otro mediocre es un palmo. "Parece ridículo, pero es lo que va de pegar a una bola en el momento justo a pegarle a destiempo, asegura.

Todos estos resortes, invisibles si no es a través de un sistema informático tan perfecto como el Sandoz Sport Research utilizado en el CAR, son los que hacen posible que una bola salga despedida a velocidades de vértigo y con una precisión matemática. El golpe de drive elegido para realizar el estudio dio una velocidad de 126 kilómetros por hora a la bola. Pero ésa no es una marca para Sergi. En aquel golpe no realiza buenos apoyos de los pies -el pie izquierdo vuela en el momento del impacto- y, por otra parte, según el informe, tiene una pérdida de potencia por la velocidad lateral, que resta fuerza a la velocidad frontal.

Su revés es también un portento de coordinación. Pero desarrolla unas velocidades inferiores. La raqueta se mueve a 65,52 kilómetros por hora en el momento del contacto con la bola.. Y ésta sale despedida a 108 por hora. Su golpe más veloz es el servicio. El codo alcanza los 28,16) kilómetros por hora; la muñeca, los 43,56, y la raqueta, los 108,11 en el momento del impacto. La ATP ha detectado servicios de Bruguera a velocidades oscilantes entre los 170 y los 180.

"Lluís Bruguera quería realizar un estudio de los gestos técnicos de su hijo para conocer posibles errores y aplicar correcciones", explica Xavier Balius, miembro del departamento de Biomecánica del CAR. "Esto es sólo una primera aproximación. Ahora hace falta profundizar más y establecer comparaciones con otros jugadores. Nos gustaría analizar el saque de Sampras y la derecha de Berasategui, entre otros".

Balius asegura que ellos sólo pretenden ofrecer una nueva herramienta de trabajo a Lluís Bruguera. "Él, como técnico, debe decidir lo que es aplicable y lo que no". El CAR pretende profundizar más aún y realizar, el próximo mes de febrero, un estudio de los aspectos físiológicos de Sergi Bruguera que determine su fuerza y su, estructura muscular.

Sin embargo, la aplicación de este caudal de conocimientos puede resultar problemática en figuras como Bruguera. Son personas que han alcanzado ya unas metas importantes y que suelen cerrarse en sus propios conceptos. Pretender introducir mejoras técnicas ha provocado verdaderas empanadas mentales a algunos campeones.

ón

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_