Tres piratas argelinos retienen ocho horas un avión en Mallorca

Un molinillo de café escondido en una caja, un martillo y unos cuchillos. Fue todo lo que necesitaron tres ciudadanos argelinos para mantener durante más de ocho horas en jaque a los servicios de seguridad españoles y hacer planear la amenaza de ver trasladada a España la violencia que asuela Argelia. El secuestro de un avión de la compañía Air Algérie que realizaba un vuelo interior con 38 pasajeros (incluidos los tres secuestradores) y cuatro tripulantes terminó, pasadas las siete de la tarde, en el aeropuerto de Son Sant Joan, en Palma de Mallorca, sin enfrentamientos, con todos los rehenes...

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Un molinillo de café escondido en una caja, un martillo y unos cuchillos. Fue todo lo que necesitaron tres ciudadanos argelinos para mantener durante más de ocho horas en jaque a los servicios de seguridad españoles y hacer planear la amenaza de ver trasladada a España la violencia que asuela Argelia. El secuestro de un avión de la compañía Air Algérie que realizaba un vuelo interior con 38 pasajeros (incluidos los tres secuestradores) y cuatro tripulantes terminó, pasadas las siete de la tarde, en el aeropuerto de Son Sant Joan, en Palma de Mallorca, sin enfrentamientos, con todos los rehenes liberados sin daños y con los secuestradores detenidos.

Los piratas aéreos, que exigieron la presencia en el aeropuerto mallorquín de representantes diplomáticos argelinos y que amenazaron con hacer es tallar el aparato, fueron cambiando sus demandas a lo largo de las ocho horas de secuestro. Si en un principio exigieron la liberación de todos los presos políticos de Argelia, a última hora su única demanda era no ser repatriados a su país. Según la policía española, está descartado que los raptores pertenezcan a alguna organización política de tipo radical.En previsión de una solución drástica había sido trasladada desde Madrid, a bordo de dos aviones militares, una unidad especial de intervención (UEI) de la Guardia Civil.

El secuestro cayó como una losa sobre las autoridades argelinas, que activaron una célula de crisis hasta que se confirmó la no militancia política de los secuestradores. Ya antes de este incidente, las autoridades españolas habían decidido extremar el control en la frontera con Francia para impedir que recalen en España integristas argelinos que huyen de la presión policial en aquel país.

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