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Delors sigue sin decidirse a presentar su candidatura a la presidencia de Francia

Enric González

Jacques Delors quiere mantener la duda hasta el final: con Francia volcada en la precampaña de las presidenciales y convertido ya en campeón indiscutible de la izquierda, el presidente de la Comisión Europea aún no ha tomado una decisión sobre su candidatura. "Cuando acabe mi reflexión, el primero en saber el resultado será el secretario del Partido Socialista [PS], Henri Emmanuelli", afirmó ayer, durante un desayuno con un grupo de periodistas en el que presentó su libro de reflexiones La unidad de un hombre y criticó a los principales candidatos de la derecha.Delors, de 69 años, recibió ayer el apoyo de quien debía ser el candidato socialista en 1995 y cayó cuando tenía al alcance de la mano el sueño de su vida. Michel Rocard -ex primer ministro, ex primer secretario del PS, eterno rival de François Mitterrand, cuyas ambiciones se vinieron abajo el pasado verano por su fracaso en las elecciones europeas- rompió un silencio de cinco meses con un artículo titulado Por qué voto Delors. El presidente de la Comisión Europea es, más que la gran esperanza, la única esperanza de la izquierda. Si al final no se presenta, la derecha habrá ganado antes de que se abran las urnas. Pero él sigue envuelto en dudas personales y políticas. El sabio económico y funcionario ejemplar es un bisoño en cuestiones electorales, y se siente acoquinado ante la elección presidencial. "Plantarse delante de los franceses y pedirles el voto supone una responsabilidad muy grande", dijo ayer.

Especialmente para alguien que, como él, sólo ha ganado dos elecciones en su vida, ambas regaladas por el Partido Socialista: una le dio una efímera alcaldía en un suburbio de París, la otra un escaño de eurodiputado. Como si quisiera curarse en salud y se disculpara ya por una posible derrota, dio a entender que si fuera candidato lo sería a su pesar, obligado por las circunstancias.

Delors no se privó de criticar a los dos grandes candidatos de la derecha, los gaullistas Jacques Chirac y Édouard Balladur. De Chirac dijo que su propuesta de un nuevo referéndum sobre la unión monetaria europea era "simplemente ilegal". Sin citar a Balladur, dijo que gobernar "sin otra guía que los sondeos" (el estilo del primer ministro) era "síntoma de una democracia enferma". Entre líneas, desgranó las palabras fetiche de su hipotética campaña electoral: "empleo", "virtud", "rigor", "estabilidad monetaria", "solidaridad", "protección social" y "reforma constitucional para dotar de más poder al Parlamento".

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