El 0,7% mantiene en vela a la Universidad

Unos 2.500 estudiantes madrileños participan festivamente en encierros nocturnos

La marea del 0,7% desbordó anoche el madrileño paseo de la Castellana. Y lo hizo hacia el futuro. Unos 2.500 estudiantes de las cuatro universidades públicas de Madrid pasaron la noche encerrados en otras tantas facultades para que el Gobierno aumente su ayuda al Tercer Mundo, cuyas terribles imágenes les dieron fuerza para -entre cánticos. guitarras. mucho tabaco lanzar un rotundo no a la msonamdad. "Hoy han muerto más de 100.000 personas de hambre" repetían. La Plataforma del 0,7% dio anoche otra vuelta de tuerca en su pulso contra el Gobierno.

El encierro supuso un nuevo impulso en l...

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La marea del 0,7% desbordó anoche el madrileño paseo de la Castellana. Y lo hizo hacia el futuro. Unos 2.500 estudiantes de las cuatro universidades públicas de Madrid pasaron la noche encerrados en otras tantas facultades para que el Gobierno aumente su ayuda al Tercer Mundo, cuyas terribles imágenes les dieron fuerza para -entre cánticos. guitarras. mucho tabaco lanzar un rotundo no a la msonamdad. "Hoy han muerto más de 100.000 personas de hambre" repetían. La Plataforma del 0,7% dio anoche otra vuelta de tuerca en su pulso contra el Gobierno.

El encierro supuso un nuevo impulso en la lucha de la Plataforma del 0,7%. Un movimiento que saltó a la luz hace un año, cuando 10 de sus miembros iniciaron una huelga de hambre para lograr que el Gobierno destine a los países subdesarrollados el 0,7% del producto interior bruto: un porcentaje que supone este año 470.000 millones de pesetas.Las 2.500 voluntades que colmaron de sacos de dormir las Facultades revivieron en la mente de los decanos épocas pretérritas. Perfectamente organizados por los coordinadores estudiantiles del 0,7%, los jóvenes llenaron los vestíbulos y sótanos de los recintos con consignas que nada tenían que ver con las tasas universitarias.En la Facultad de Matemáticas de la Universidad Complutense erigieron el denominado muro de las lamentaciones, un cartel donde los estudiantes escribían sus quejas y sus consignas, como: "No se puede acabar con la tristeza sin una sonrisa. 0,7%". El enorme cartel, con más de 15 metros de largo por dos de alto, era un espigón en el continuo oleaje de pantalones vaqueros y jerséis de lana.

Sentados en pequeños círculos, las cartas y las guitarras derribaban la abstracción numérica de la protesta. "Ya estamos hartos de que la miseria sea sólo una imagen", comentaba David, de 18 años, de primero de Medicina. Le rodeaban otros seis compañeros. Se habían conocido anoche. Ninguno había militado en una ONG. Su presencia ahí, con el bocadillo de queso y la mochila, era una decisión apenas meditada. "He visto que podía ayudar y he venido. No es generosidad, es una necesidad", añadía Daniel, que reconocía, al igual que sus compañeros, su distancia de los partidos tradicionales. Para ellos aquello representaba una reivindicación más útil que el voto. Un modo de hacerse oír. Pero, eso sí, con música y bullicio. "No es que sea una juerga, pero la solidaridad no es para llorar", comentaban. A su alrededor se movía y sentaba una masa de estudiantes variados tipos: ecologistas, activistas de ONG, cristianos de base, desengañados de la política, y también muchos que, como Daniel, simplemente habían querido dar un paso más. Era la imagen que se repetía en otras Facultades, que aplaudía discursos inflamados de sentimientos, que guardaba silencio por las víctimas de la miseria: 100.000 al día, 40.000 de ellos niños.El 0,7% encerró anoche en la Facultad de Biológicas de la Universidad Autónoma a más de 500 alumnos, informa Paz Álvarez. El encierro, según Juan Cruz Palacios, uno de los organizadores, formaba parte del movimiento de concienciación estudiantil. "Estamos muy parados en este tema y debemos movilizarnos más", contaba este alumno de 21 años, de tercer curso de Filología inglesa, que vive acampado desde hace un mes en el madrileño paseo de la Castellana.El rector, Raúl Villar, acudió para "expresar mi solidaridad con los estudiantes en apoyo del 0,7%, y como responsable máximo para comprobar que todo funciona y que no les falta de nada". Los alumnos le pidieron que la Autónoma des tine el 0,7% para la ayuda al de sarrollo. También se personó el director general de Juventud de la Consejería de Educación y Cultura de la Comunidad de Madrid, José Aceña.Un mundo más justo

Un futuro biólogo, David Soria, resumía el 0,7% como un movimiento que pretende cambiar estructuras injustas y nuestros hábitos de consumo. "No se trata de acabar con el hambre en el mundo, se trata de crear un mundo más justo y solidario", aseguraba este alumno de 19 años.

El decano de la Facultad, Santiago Carrillo, paseaba entre los universitarios. "Quiero solidarizarme porque me parece una causa muy justa que hay que defender". También estaba el vicerrector de Infraestructura, Carlos Sieiro, con su hija, estudiante de COU. "Me parece bonito que los chicos se vayan concienciando con un problema que tardo o temprano será un problema para la humanidad entera", aseguraba Sieiro.

Unos 1.000 estudiantes de la Universidad Politécnica se encerraron anoche en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura, informa Antonio Jiménez. En las escaleras de entrada, un impresionante 0,7% dibujado con velas encendidas indicaba la razón de la protesta.

En la Universidad Carlos 111, en Getafe, 50 alumnos durmieron en la vacía cafetería, y redactaron un manifiesto para el rector, informa Víctor Saornil.

Tijeras y cartón

La raíz de la miseria jugueteaba anoche en forma de cartón y tijeras entre las manos de los estudiantes. Un juego. Lo enseñaban los monitores estudiantiles del 0,7% para que sus compañeros vivieran una experiencia singular, la de la explotación. Esto es, los grandes desequilibrios mundiales entre naciones desarrolla das y subdesarrolladas trasladados al aula.Para ello reunían dos grupos. Cada uno con 20 universitarios. A un bando se le asignaba el papel de país pobre, y en consecuencia se le otorgaba la posesión de mucha materia prima (cartón). El otro bando representaba a los países ricos: poseía poco cartón pero mucha tecnología (tijeras y celo). Empezaba la partida. Ganaba el que en 30 minutos más cubos de papel construyese. La falta de tijeras y celo desataba el ciclo de la dependencia -"por favor, déjame un minuto las tijeras que si no, no puedo hacer nada"-, negociación -"a cambio del celo te doy cinco cartones"- y desesperación, ejemplificada en quienes que se lanzaban por bedeles y otros compañeros en busca de materia prima. "Siempre ganan los ricos", sentenciaba Raúl Martínez, de 19 años, de segundo de Geológicas y coordinador de estas dinámicas de grupo. Los cubos, al final, quedaban en manos de los poseedores de las tijeras y el celo. Todo un ejemplo.

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