Trabajo mantiene este año el largo puente de diciembre por las críticas de obispos y sindicatos

El Ministerio de Trabajo ha desistido en su propósito de cambiar las fiestas del próximo mes de diciembre. La razón es la oposición de la Conferencia Episcopal a que se traslade el descanso de la Inmaculada y de los sindicatos a que se cambie el día de la Constitución. En consecuencia, durante la segunda semana de diciembre habrá un prolongado puente, con descansos laborales el martes -día 6, fiesta de la Constitución- y el jueves -día 8, la Inmaculada- que, según la patronal, provocará unas pérdidas de 300.000 millones de pesetas. Para años futuros, Trabajo hace una propuesta salomónica, ...

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El Ministerio de Trabajo ha desistido en su propósito de cambiar las fiestas del próximo mes de diciembre. La razón es la oposición de la Conferencia Episcopal a que se traslade el descanso de la Inmaculada y de los sindicatos a que se cambie el día de la Constitución. En consecuencia, durante la segunda semana de diciembre habrá un prolongado puente, con descansos laborales el martes -día 6, fiesta de la Constitución- y el jueves -día 8, la Inmaculada- que, según la patronal, provocará unas pérdidas de 300.000 millones de pesetas. Para años futuros, Trabajo hace una propuesta salomónica, consistente en cambiar las dos fiestas a los dos primeros lunes del mes de diciembre.

La patronal CEOE valora muy negativamente que. Trabajo mantenga el calendario laboral de este año por las pérdidas que causará en las empresas la paralización de la actividad productiva durante, prácticamente, una semana. Según cálculos de la confederación empresarial, las pérdidas se pueden elevar a 300.000 millones de pesetas. Los sindicatos, sin embargo, acogieron con satisfacción que no se traslade el día de la Constitución, porque en esa jornada se conmemora "uno de los momentos cruciales para nuestra democracia".En las consultas que Trabajo ha realizado en días pasados, la CEOE es la única parte que había aceptado el cambio de las fiestas, tras vencer las resistencias de los sectores de hostelería y turismo. En ellos los puentes festivos tienen positivas consecuencias.

Trabajo, en cambio, no ha querido sostener un enfrentamiento con la Iglesia Católica y los sindicatos y ha preferido dejar por el momento las fiestas en su ubicación actual. La propuesta que había realizado el departamento que dirige José Antonio Griñán consistía en trasladar este año la fiesta laboral -no la oficial- de la Constitución al viernes, 9 de diciembre. Y a partir de 1995, y con carácter definitivo, al 1 de diciembre.

En el preceptivo periodo de consultas, los sindicatos CC OO y UGT mostraron su acuerdo con que se racionalicen las fiestas pero no a costa de una fiesta "de gran transcendencia para todos los ciudadanos de un Estado aconfesional". Las dos centrales sugirieron que se trasladase la fiesta de la Inmaculada.

Y ahí es donde Trabajo se encontró con un eventual enfrentamiento con la Conferencia Episcopal, quien desde hace seis años ha dejado claro que la Inmaculada es una de las fiestas más importantes de la Iglesia Católica y se opone rotundamente a cualquier cambio.

En un comunicado difundido ayer, el Ministerio afirma que el Gobierno "es consciente de estos problemas y, valorando las diversas y complejas implicaciones de carácter cultural, religioso y territorial de todo lo relacionado con las fiestas, se ha pulsado a lo largo del año la opinión, en primer lugar de la Conferencia Episcopal y, después, de las comunidades autónomas y los interlocutores sociales". El producto de todas esas consultas ha sido una serie de contrapropuestas contradictorias y de imposible encaje también procedentes de algunas comunidades autónomas.

A la vista de esta situación, en la que, según reconoce Trabajo, "no se obtiene el consenso suficiente entre todos lo sujetos e instituciones implicados", el Gobierno ha optado por mantener las fiestas dado lo avanzado de las fechas.

Para años sucesivos, el Ejecutivo sigue pensando que es necesario superar los problemas del actual sistema de fiestas y sugiere, como "solución más razonable", una propuesta salomónica: trasladar las dos fiestas. Tanto la fiesta laboral de la Constitución como la correspondiente a la Inmaculada se cambiarían y se celebrarían los dos primeros lunes de diciembre. Trabajo asegura que esa fórmula "exige una flexibilidad en las posiciones que, desgraciadamente, este año no se ha podido conseguir". Las empresas recogen en sus convenios la recuperación de horas.

Con esta propuesta el debate se abre de nuevo. Los responsables de Trabajo deben proceder ahora a un nuevo periodo de consultas con todas las partes implicadas que se presenta muy complicado.

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