Crítica:

Hasta luego

Con los conciertos de esta semana termina la titularidad de Aldo Ceccato en la dirección de la Orquesta Nacional. Hace el número cinco de su historia y tuvo como antecesores a Pérez Casas, Argenta, Frühbeck de Burgos, Ros Marbá y López Cobos. En el programa de mano no se dedica ni una línea de despedida al maestro italiano, modales que no quedan suficientemente justificados por el hecho de que Ceccato, como director invitado, volverá a dirigir el próximo curso dos programas a la ONE y uno a la RTVE.En cambio, el público, masivamente convocado por la magia de la Novena sinfonía, hizo obj...

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Con los conciertos de esta semana termina la titularidad de Aldo Ceccato en la dirección de la Orquesta Nacional. Hace el número cinco de su historia y tuvo como antecesores a Pérez Casas, Argenta, Frühbeck de Burgos, Ros Marbá y López Cobos. En el programa de mano no se dedica ni una línea de despedida al maestro italiano, modales que no quedan suficientemente justificados por el hecho de que Ceccato, como director invitado, volverá a dirigir el próximo curso dos programas a la ONE y uno a la RTVE.En cambio, el público, masivamente convocado por la magia de la Novena sinfonía, hizo objeto a Ceceato y sus colaboradores del mejor homenaje y la más deseable cortesía para un artista: oleadas de aplausos que se prolongaron durante varios minutos. Con la marcha de Ceccato retorna la Nacional a una situación que ya vivió y sufrió tras la muerte de Argenta, el desfile incesante de batutas, 17 para la próxima temporada. De ellas, 14 tendrán a su cargo un solo programa, dos Aldo Ceccato y tres cada uno de los principales invitados: el austríaco Walter Weller y el español Theo Alcántara. Por si fuera poco, tampoco seguirá al frente del Coro Nacional Adolfo Guriérrez Viejo, músico excelente que ha desarrollado una labor de alta efectividad; baste como ejemplo, la espeléndida Novena sinfonía que escuchamos.

Orquesta y Coros Nacionales

Dirección: Aldo Ceccato. Solistas: S. Greenberg, M. Perelstein, K. Westi y P. Milculas. Obras de Chaikovski y Beethoven. Auditorio Nacional de Madrid, 10 de junio.

Homenaje

Antes de la mítica partitura, Aldo Ceccato puso por vez primera en los atriles de la ONE, Mozartiana de Chalkovski, suite en homenaje del ruso al salzburgués escrita en 1887 y a la que el autor le preveía un excelente futuro, cosa en la que se equivocó totalmente. Sin embargo, no carece de interés, originalidad y magnífica factura esta anticipación del neoclasicismo que, 30 años después tendría respuesta en la Sinfonía clásica, de Prokofiev, esta sí un best seller.

En cuanto a la Novena, ya dirigida otras veces en Madrid por Ceccato, quedó resuelta con extraordinaria vitalidad, rigurosa musicalidad, gran firmeza rítmica y brillantez sin demagogia. No sé si se trata, exactamente, del ideal de Ceccato para esta obra, pues todo director se ve obligado a elegir en cada caso la mejor versión posible a la vista de los medios y el tiempo de ensayos con que cuenta. Elegido el punto medio, en el que dicen que reside la virtud, Ceccato logró un total coherente y de gran potencia unitaria, con la magnífica ayuda del coro y cuatro solistas internacionales de gran mérito en las estrofas de la Oda a la alegría de Schiller. En definitiva, la audiencia vivió, con renovada intensidad, esta suerte de himno universal que nos legó Beethoven como corona de su ciclo sinfónico. Al maestro milanés como buen amigo de España, podemos cantarle el estribillo popular: no te decimos adiós, sino hasta luego.

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