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CRISIS NUCLEAR EN ASIA

El paralelo 38, más firme que el muro de Berlín

Diversidad de posibles escenarios en la península coreana: desde la reunificación hasta guerra total

ENVIADA ESPECIAL "Queremos una reunificación paso a paso". Como una cantinela, funcionarios, empresarios e intelectuales surcoreanos apuntan la conveniencia de que la península se reunifique de forma pacífica y gradual. Eso es la teoría porque en la práctica se temen y se estudian los más diversos escenarios, incluido el horror de una nueva guerra que supuestamente sería muy costosa para ambos países, pero que pondría fin a la línea divisoria, el paralelo 38, establecida por Estados Unidos- de acuerdo con la desaparecida Unión Soviética- tras la victoria sobre Japón, que ocupaba la península coreana, en la II Guerra Mundial.

Las dificultades económicas padecidas por Alemania tras la caída del muro de Berlín y la guerra civil desatada hace un mes en Yemen, tras la reunificación voluntaria entre el Norte nacionalista y el Sur comunista en 1990, han ensombrecido aún más las perspectivas de una Corea unida.

"La situación económica en Corea del Norte es crítica. El hambre comienza a castigar severamente a la población. El presidente Kim II Sung considera que en estas circunstancias es, necesario reforzar el sistema. De ahí el intento de utilizar su programa nuclear como baza para negociar con Estados Unidos y la gran inestabilidad que supondría la muerte del llamado Gran Líder, de 82 años, en estos momentos" afirma Kil Jeong Woo, uno de los investigadores del Instituto para la Reunificación Nacional.

El Gobierno surcoreano estableció en 1991 este instituto, que trabaja estrechamente con el Gobierno, la Asamblea Nacional y los servicios de espionaje, cuya misión es estudiar lo que ocurre en el Norte para prever las diversas estrategias a seguir con vistas a la reunificación pacífica, violenta o la absorción.

Hasta la década de los ochenta, el número de desertor el hacia el Norte o el Sur estaba equilibrado y era mínimo. Tras el enorme despegue económico experimentado por Seúl en esa década, las fugas hacia el paraíso comunista cesaron y, a partir del año pasado y especialmente éste, se han multiplicado las huidas de Corea del Norte. En 1993, Seúl recibió ocho desertores, y en lo que va de año son ya 15 los que triunfaron en su camino al Sur.

"El número sigue siendo pequeño, pero conforme el hambre apriete nos podemos encontrar con una situación semejante a la vivida en Alemania", añade Kil.

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Desafiando los hielos de los bosques siberianos, varias decenas de leñadores norcoreanos han cruzado este invierno la frontera de la nueva Rusia, país que no ha querido asumir la estrecha relación que unía a Corea del Norte y a la desaparecida Unión Soviética. China, el único valedor que le queda a Pyongyang de momento hace la vista gorda hacia los cerca de mil norcoreanos que se le han colado en los últimos meses por los 1.005 kilómetros de frontera común. Pekín, que esta bleció relaciones diplomáticas con Seúl en 1992, no quiere que éstas se vean afectadas por el problema de los refugiados. Apoyados por la nimoría coreana que vive en Manchuri a (noreste de China), los norcoreanos se guardan bien de toparse con la policía para evitar ser deportados.El pensamiento generalizado en Corea del Sur es que la reunificación de la península se producirá "de una forma u otra" a la muerte de Kim. Il Sung. El anciano dirigente norcoreano ha nombrado a su hijo Kim Jong Il heredero político del régimen y le ha colocado al frente de las Fuerzas Armadas, pero son pocos los que creen en la continuidad de la dinastía. "Incluso si Kim Jong II llega a tomar el poder, el régimen se colapsará de inmediato", señala el diputado del gobernante Partido Liberal Democrático,. Kang Sam Jae.

"Lo más peligroso de Kim Jong II es que es totalmente impredecible. Tampoco se sabe cuál será la reacción de las camarillas del poder frente a su mandato", afirma Kil Jeong Woo.

El adoctrinamiento del pueblo norcoreano es tan profundo que ni tan siquiera los desertores son capaces de criticar al Gran Líder, aunque suelen ser sarcásticos al hablar del "Querido Líder", Kim Jong II. "Kim II Sung es un líder carismático, que goza del respeto del pueblo, que casi le adora como a un dios. Esto no pasa con el hijo, cuyo principal reto era resolver la crisis económica y no lo ha logrado", señala Do Jun Ho, responsable de la información norcoreana en el diario de mayor tirada de Corea del Sur, Chosun Ilbo.

El régimen norcoreano también persigue la reunificación de la península, pero considera que "no se puede hablar seriamente de reunificación mientras en el Sur sigan establecidas las tropas extranjeras que dieron origen a la división del país".

Pyongyang, cada día más necesitado de romper el tremendo aislamiento en que le ha dejado la desaparición de los viejos regímenes del Este de Europa y sobre todo de la URSS, ha emprendido una cruzada para sacar a los soldados norteamericanos de Corea del Sur. En esta lucha se enmarca el juego del ratón y el gato que mantiene desde hace un año con los inspectores del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), a los que deja y no deja inspeccionar el reactor de Yongbyon, del que se sospecha que en 1989 sacó plutonio suficiente para construir dos bombas atómicas.También Pyongyang pretende que la reunificación se haga paso a paso a través del diálogo intercoreano. "Nosotros fuimos los primeros en promover las conversaciones intercoreanas, pero hemos tenido que suspenderlas porque Seúl pretendía utilizarlas para frenar el diálogo entre Pyongyang y Washington", afirma el representante de Corea del Norte en España, Li Jong Gun.Tal vez el pueblo norcoreano no sepa los logros económicos alcanzados por el Sur en estos últimos 15 años -tan espectaculares como que en 1996 se unirá al club de los ricos, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)-, pero, sin duda, el régimen es plenamente consciente de ellos. De ahí su temor cada día más angustioso a ser absorbido por Seúl y su insistencia en que la reunificación ha de hacerse con vistas a la creación de un "Estado confederativo con plena autonomía regional".

Kim Dae Jung, líder de la oposición democrática junto con el ahora presidente surcoreano, Kim Young Sam, durante los largos años de la dictadura militar, sostiene una postura relativamente cercana a Pyongyang en cuanto a la reunificación y que pasa por la celebración de un referéndum nacional sobre ésta.

Kim Dae Jung abandonó la presidencia del opositor Partido Democrático al perder las elecciones generales de diciembre de 1992. Desde entonces es simplemente presidente de la Fundación para la Paz en la Región Asiática del Pacífico, pero sus opiniones siguen teniendo un fuerte peso, y aunque él lo niega, nadie descarta que vuelva a presentarse a las próximas elecciones presidenciales. Para Kim Young Sam, su viejo compañero de lucha democrática se ha convertido en una pesadilla.

El referéndum propuesto por Kim Dae Jung para la unificación recoge una propuesta que pasa por la retirada total de las tropas norteamericanas. Las declaraciones de este político, realizadas días atrás en Los Ángeles (California, EE UU), de que poco importa que Pyongyang tenga una o dos bombas nucleares cuando Estados Unidos tiene más de 20.000, han levantado ampollas en Corea del Sur.

El coste de la absorción de Corea del Norte asusta tanto a políticos como empresarios, si bien los estudios realizados señalan que, tras un periodo de ajuste mínimo de cinco años, podrían comenzar a sentirse los beneficios de ésta. En realidad, para los surcoreanos cualquier forma de reunificación es válida menos el horror de una nueva guerra.

"La absorción traerá grandes beneficios económicos a medio plazo: se ampliará el mercado interior con un mercado virgen. Tendremos acceso a una mano de obra más barata que ya no necesitaremos, como ahora, importar del sureste asiático. Además tendremos más tierra, lo que abaratará el alto precio de ésta", asegura Li Han Ku, director del Instituto de Investigación Económica de Daewoo.

El Norte tiene una extensión de 102.538 kilómetros cuadrados y 23 millones de habitantes, frente a los 99.299 kilómetros cuadrados del Sur y sus 44 millones de habitantes.Los economistas subrayan como uno de los grandes problemas de la absorción la necesidad de aumentar considerablemente los impuestos, ya que el Estado tendrá urgencia de incrementar sus fondos para hacerse cargo de los gastos que conlleva la absorción. Esto creará malestar entre la población del Sur. Además, el desfase de salarios y la abundancia de mano de obra, que, aunque sin cualificar, es potencialmente trabajadora y responsable, creará un fuerte rechazo entre los obreros del Sur.

A pesar de ello, los empresarios sureños ya se frotan las manos sobre los pingües beneficios que les reportará el traslado al Norte de gran parte de su industria ligera.

"El coste de la reunificación no ha de determinarse únicamente en términos económicos. Política y socialmente es elemental para nuestro país, y eso es lo que más cuenta", afirma Rhee Sun Whan, director del Instituto de Investigación Económica de la Universidad de Hanyang (Seúl).

Los autores del milagro económico de Corea contemplan la unidad de la península como la mejor forma de defenderse frente a un mundo cada día más competitivo. Militares y políticos apuntan al hecho de que la península está encajonada entre Rusia y China, dos grandes potencias con las que históricamente las relaciones han sido conflictivas.

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