Una lección de bien cantar
El recital de Renata Scotto (Savona, 1933) fue de excepción. Arte Ímpactante y completo es el de la Scotto por la belleza vocal, la esplendidez técnica, el rigor musical, la impostación dramática, el sentido de representación y la capacidad emocional. Así, entusiasmó a todos cuantos vivimos una noche- de alta música en la que correspondió parte del éxito al pianista manchego Edelmiro Arnaltes, conocedor de géneros y estilos vocales y mesurado calibrador de las sonoridades.Bellini, Rossini y Verdi llenaron la primera parte con un significativo manojo de canciones que no ceden en belleza melódic...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
El recital de Renata Scotto (Savona, 1933) fue de excepción. Arte Ímpactante y completo es el de la Scotto por la belleza vocal, la esplendidez técnica, el rigor musical, la impostación dramática, el sentido de representación y la capacidad emocional. Así, entusiasmó a todos cuantos vivimos una noche- de alta música en la que correspondió parte del éxito al pianista manchego Edelmiro Arnaltes, conocedor de géneros y estilos vocales y mesurado calibrador de las sonoridades.Bellini, Rossini y Verdi llenaron la primera parte con un significativo manojo de canciones que no ceden en belleza melódica ni en temperatura poética a los grandes momentos de sus óperas. No cabe mejor vocalidad musical que la de Scotto, dueña de la frescura y rica coloración que mantienen su fama y su prestigio desde hace 40 años.
Arias y canciones
Recital patrocinado por Vacheron Constantin. Renata Scotto, soprano y Edelmiro Arnaltes, piano. Obras de Bellini, Verdi, Rossini, Puecini y Massenet. Auditorio Nacional. Madrid, 19 de mayo.
Volvió en la segunda parte, dedicada a la ópera, el genio de Verdi en el magnífico Morró ma prima in grazia, de Un ballo in maschera y se sumó la original invención dé Puccini en Se come vuoipiccina, de Le villi, tan injustamente olvidada, y en la canción Sole e amore, de 1888, que pasaría luego a La boheme, del mismo modo que Crisantemi pasó a Manon lescaut. Éxito total que obligó a la Scotto a prolongar su programa con un nuevo Puccini, Bernstein y Obrador.