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Estados Unidos utilizó también fetos en sus experimentos radiactivos realizados en los años cincuenta

No fueron sólo reclusos, disminuidos mentales o mujeres embarazadas: los experimentos que aplicaron radiactividad a seres humanos en EE UU en los años cuarenta y cincuenta también utilizaron fetos. El Departamento de Energía, comprometido públicamente a la difusión de sus archivos secretos, acaba de revelar el contenido de un estudio llevado a cabo en Chicago entre 1950 y 1955. El estudio formaba parte del Proyecto Sunshine (Rayo de Sol), organizado por la Comisión de Energía Atómica para conocer los efectos de la radiactividad en el cuerpo humano.En los documentos dados a conocer por el Departamento de Energía y reproducidos en el Washington Post se señala que científicos de la Universidad de Chicago procedieron a la radiación y posterior cremación de 44 fetos que habían nacido muertos para medir la acumulación de estroncio 90 en los restos. Aunque el Departamento de Energía afirma que la muerte de los fetos no tuvo nada que ver con tratamientos radiactivos, todavía no se sabe cómo fueron seleccionados ni si los padres fueron informados sobre el experimento. Tampoco se conoce el procedimiento concreto mediante el que se hicieron las pruebas ni el destino final de los restos de los fetos, que se utilizaron porque ofrecían una mejor fiabilidad a la hora de medir la radiactividad acumulada por el organismo humano.

Don Peterson, un investigador jubilado del laboratorio de Los Alamos, asegura al Washington Post que en la época en la que se hicieron los experimentos no había otra forma de obtener los conocimientos que se necesitaban sobre los efectos de la radiactividad. "Es un caso de niños que ya no eran beneficiosos para la sociedad y que, en cambio, podían proporcionar una información que era enormemente importante para el resto de los niños del mundo".

Las revelaciones sobre los experimentos de radiactividad con seres humanos sobresaltan periódicamente a la opinión pública norteamericana desde hace cinco meses y han abierto un encendido debate sobre los límites éticos de las investigaciones, la responsabilidad del Gobierno y el alcance de las eventuales indemnizaciones.

En una de las primeras sesiones que el Congreso dedicó a los experimentos, el 25 de enero de este año, el senador William Cohen anticipó que la decisión de revelar los archivos secretos del Departamento de Energía era "como abrir la caja de Pandora, lo cual va a tener muchas consecuencias: va a ser muy desagradable, seguramente va a ser costoso, pero es lo correcto".

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