250 años de historia
Orquesta del Gewandhaus de Leipz¡g
Director: K. Masur. Solista: H. Huang, pianista. Obras de Mendelssohn, Mozart y Schumann. Auditorio Nacional. Madrid, 4 de mayo.
Celebra la orquesta del Gewandhaus de Leipzig el 250 aniversario de su creación que incluye la prehistoria de una formación existente antes de que se construyera la célebre sala en el antiguo mercado de tejidos, lo que sucede en 1781. Para el acontecimiento, los músicos de Leipzig y su director titular desde 1970, Kurt Masur, han preparado una larga gira con dos paradas en Madrid, la de ayer para el ciclo de Ibermúsica y la de hoy para la serie Bruckner.Si imagináramos que Leipzig no hubiera existido, tendríamos que dar un sensible tajo a la historia de la música europea. Allí nació Wagner, 63 años después que muriera Juan Sebastian Bach. Y en Leipzig sonaron por vez primera La novena sinfonía, de Schubert; Los maestros cantores, de Wagner; la Séptima, de Bruckner, y tantas otras partituras históricas. Si repasamos la lista de directores nos encontramos con los nombres de Mendelssohn, Gade, David, Reinecke, Nikisch, Furtwaengler, Walter, Albert, Konwitschny y Neumann, el antecesor del actual Kurt Masur.
La histórica formación conserva el prestigio de su sonido denso y grave, junto al virtuosismo de una ejecución que no conoce dificultades. En esta permanencia debemos reconocer los méritos de Kurt Masur (Brieg, Silesia, 1927). Masur pertenece de lleno a la línea germana por el ideal sonoro aunque tienda, como tantos maestros de hoy, a los tiempos vivos y a la espectacularidad que se hicieron patentes tanto en la obertura de Ruy Blas, estrenada en Leipzig en 1839, como en la Sinfonía número 2 en do mayor, de Schumann.
Capacidad
Si la primera obra tuvo cuanto la partitura demanda, en el problemático Schumann se evaporaron un tanto los tintes poéticos, esta vez más optimistas que en otras composiciones del autor. El postulado de Mahler sobre la razón de los tiempos (los necesarios para que se escuche la música") se cumplió a medias en el planteamiento y se salvó en gran medida por la capacidad individual y colectiva de la orquesta. Si el primer tiempo -allegro ma non troppo- perdió el freno del no demasiado, el scherzo, ya indicado vivace, fue un ejercicio exhibicionista. Incluso el adagio espressivo quedó tocado en su adjetivación.
En cambio, la visión global, el equilibrio entre las partes, la nervadura rítmica y la redondez del sonido, incluso en los fuertes, tuvieron magnificencia y vida. Esto es, sobre otras muchas cosas, Kurt Masur: un profesor de energía, un conductor vitalísimo.
Entre las dos obras y a falta de la primeramente anunciada solista Anne-Sophie Mutter, tuvimos a la precoz pianista japonesa, de padres chinos, Helen Huang, en el Concierto número 23 en la mayor, de Mozart. A sus 12 años, la artista posee una técnica considerable, excelente ritmo y sonido limpio pero un poco indiferente. Lo que no alcanza -quizá fuera pedir demasiado- es la hondura que albergan los pentagramas mozartianos tras la sencilla transparencia de su naturaleza.
El triunfo fue muy grande, tanto para la pianista como para la Orquesta de Leipzig y su maestro titular y las ovaciones se prolongaron durante largo rato.
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