Se acabó la leyenda negra

El Joventut acabó ayer con la leyenda negra del baloncesto español. Las derrotas españolas en las finales de la Liga Europea fueron de todas las facturas. Desde que el Real Madrid obtuviera su último título en 1980, los resultados abocaban a dar cuerpo a la teoría sobre el mal endémico del. baloncesto de España, la incapacidad de sus clubes de afrontar adecuadamente situaciones de máximo nivel. A las finales perdidas deben añadirse las semifinales en las que fueron eliminados el Barcelona, en 1989 en Múnich, y el Real Madrid, el año pasado en Atenas.

1984. La nefasta leyenda la a...

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El Joventut acabó ayer con la leyenda negra del baloncesto español. Las derrotas españolas en las finales de la Liga Europea fueron de todas las facturas. Desde que el Real Madrid obtuviera su último título en 1980, los resultados abocaban a dar cuerpo a la teoría sobre el mal endémico del. baloncesto de España, la incapacidad de sus clubes de afrontar adecuadamente situaciones de máximo nivel. A las finales perdidas deben añadirse las semifinales en las que fueron eliminados el Barcelona, en 1989 en Múnich, y el Real Madrid, el año pasado en Atenas.

1984. La nefasta leyenda la abrió el Barcelona en Ginebra. Larry Wright le endilgó 27 puntos al equipo azulgrana, mermado por los fallos inusuales de Sibilio, y le dio el triunfo al Banco Di Roma, con lo cual se convirtió en el primer jugador que contó en su historial con los títulos de Italia, Europa y la NBA, en las filas del Washington Bullets. Los 31 puntos de Epi y su última canasta a falta de un minuto (73-75) no sirvieron para nada ante la exhibición de Wright, que dejó el marcador final en 73-79. Curiosamente, el Roma acaba de consumar esta temporada su descenso a la serie A-2 italiana.

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1985. La experiencia del Real Madrid no resultó mejor que la del Barcelona. Se desplazó a Atenas con el perfume de los favoritos, pero el entonces joven equipo del Cibona de Zagreb le dio una dura réplica (87-78) conducido por Drazen Petrovic, que no sólo se dedicó a anotar con profusión, sino que desquició a todo el grupo madridista.

1990. El Barcelona se presentó en la final de Zaragoza con el escepticismo lógico de quien ha pasado por trances traumáticos. Su rival era el Jugoplastica, el mismo que un ano antes, contra todo pronóstico, cuando todavía nadie conocía el real valor de jugadores que se han convertido en primeras figuras, le había eliminado en la semifinal de Múnich. Pese a todas las prevenciones, el Barcelona volvió a tropezar contra la misma piedra (67-72), tras uno de los partidos más igualados y con mayor calidad de todas las ediciones.

1991. En París, tras haberse aliado con el que había sido uno de sus verdugos, Bozidar Maljkovic, y contra un Jugoplástica en el que ya no actuaban Ivanovic ni Radja, el Barcelona llevó al punto máximo (65-70) su incapacidad para culminar su sueño.

1992. Un triple de Djordievic dejó al Joventut con un palmo de narices (70-71) después de que una rápida entrada a canasta de Tomás Jofresa parecía haber sentenciado su primera final, en Estambul (Turquía), contra el Partizán de Belgrado.

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