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Tribuna
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Duces

El ministro Saavedra responsabiliza a los jueces italianos de desacreditar a los políticos y abrir así las puertas a los oportunistas. En cualquier caso, los jueces han contado con la ayuda de Craxi, que ha llevado su odio al Bloque Progresista hasta pedir el voto para Berlusconi y su coalición, neofascistas incluidos. Tan incluidos que el jefe ya ha proclamado su devoción por Mussolini, "el más grande estadista italiano de este siglo", colocando el busto de uno de los responsables fundamentales de la II Guerra Mundial sobre la mesa donde Berlusconi, Bossi y Fini se reparten la túnica sagrada de la llamada Segunda República.Fascistas y liguistas han enseñado el haz y el envés de sus anatomías ideológicas, mientras Berlusconi sigue bajo el zoom de Lazarov, cerca, lejos de todo y de nada. Los especialistas en el reino animal discuten si Berlusconi es carne o pescado (podría tratarse de una hamburguesa hecha con harina de pescado). El racismo económico de la Liga y el neofascismo desmaquillado de los nietos de Mussolini reclaman la parte de poder democrático que les corresponde, federalistas los unos, estatalistas unitarios los otros y en medio Berlusconi, que no es ni federalista ni estatalista unitario, sino todo lo contrario. Los tres aman a Italia porque no les gusta, pero tienen muy difícil que Italia sea una unidad de destino en lo universal, en condiciones, pues, de volver a emprender la ruta por el Imperio hacia Dios. Devuelvo estas consignas al Polo de la Libertad italiano, sesenta años después de que los falangistas importaran consignas, símbolos y gestualidades del mussolinismo. Aunque las comparaciones sean odiosas: ¡cuidado, jueces españoles! No le vayáis a dar el poder democrático a Fuerza Nueva.

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