Dimite el primer ministro italiano para que haya unas elecciones que cambien el sistema

PERU EGURBIDE Carlo Azeglio Ciampi, presidente del Gobierno italiano, presentó la dimisión a las 14.45 horas de ayer, a fin de que el presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, tenga plena libertad de disolver el Parlamento, como está previsto que haga este fin de semana, para que las elecciones generales puedan celebrarse en Italia, probablemente, el próximo 27 de marzo. Su gesto, que abre el tránsito de la primera a la segunda República, no fue del agrado de muchos diputados democristianos y socialistas, que probablemente no serán reelegidos y podrán ir a la cárcel por corrupción.
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PERU EGURBIDE Carlo Azeglio Ciampi, presidente del Gobierno italiano, presentó la dimisión a las 14.45 horas de ayer, a fin de que el presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, tenga plena libertad de disolver el Parlamento, como está previsto que haga este fin de semana, para que las elecciones generales puedan celebrarse en Italia, probablemente, el próximo 27 de marzo. Su gesto, que abre el tránsito de la primera a la segunda República, no fue del agrado de muchos diputados democristianos y socialistas, que probablemente no serán reelegidos y podrán ir a la cárcel por corrupción.

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"En nuestra opinión, no hay ya ninguna justificación para una dimisión inmediata del Gobierno. El debate- ha demostrado que en este Parlamento hay una mayoría de Gobierno", observaba el portavoz del grupo democristiano de la Cámara de Diputados, Gerardo Bianco, minutos antes de que Ciampi anunciara su decisión de presentarse dimisionario ante Scalfaro."Existe una mayoría parlamentaria (favorable al Gobierno), y disolver las cámaras en tal situación resulta forzado. Me parece, además, inaudito que, frente a una situación dramática del país, sólo se permita a la Cámara debatir durante día y medio", comentaba, como un eco, Ugo Intini, fiel portavoz del ex primer ministro socialista Bettino Craxi.

Cabe señalar el hecho más inaudito aún de que tanto Bianco como Intini habían comenzado la mañana como prototipos de los diputados del bloque de Gobierno que apoyaban una moción de censura contra el Gabinete cuyo debate comenzó el pasado miércoles.

Hacia el medio día de ayer, el radical Marco Pannella, promotor de esa censura, que, más que derribar al Gobierno, lo que pretendía era retrasar el fin anticipado de la legislatura y evitarla convocatoria de elecciones, dio un golpe de efecto esperado y retiró la moción.

Media hora más tarde, prácticamente los mismos que la habían apoyado presentaban otra moción, pero ésta de confianza, demostrando un desenfado institucional digno de las crónicas de la decadencia del Imperio romano.

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El argumento de la nueva resolución propuesta para el voto era que el Parlamento tenía tareas legislativas ineludibles que abordar antes de los comicios. Pero Ciampi consideró que ya había oído bastantes razones' como para cortar los debates y presentarse con su dimisión ante Scalfaro.

Poco antes de las tres de la tarde, el presidente de la Cámara, Giorgio Napolitano informó a los diputados de que la dimisión del Gobierno era ya un hecho y, suspendiendo la sesión, mandó a casa hasta nueva orden a unos deteriorados representantes forzados a renunciar definitivamente al juego de las resoluciones y contrarresoluciones. Concluye de este modo poco glorioso la décimoprimera legislatura italiana y última de la Primera República, la más penosa de la aún breve historia del Estado italiano, ya que se cierra con más de la mitad de la clase política bajo investigaciones judiciales por presuntos delitos de corrupción o de tipo mafioso.

"Hay una conjura internacional para parar a un país ascendente como Italia, pero nadie ha hecho nada por impedirlo", ha dicho estos días en el Parlamento Calogero Mannino, el que fue hombre de confianza en Catania del ex primer ministro Giulio Andteotti.

"Se ha presentado al mundo y al país la política italiana como una serie de robos, comisiones ilegales y fechorías frente a la que no cabe más vía de salvación que lo nuevo", lamentaba el exministro democristiano de izquierdas Guido Brodato.

Son lamentaciones de un fin de época poco resignado y con un término preciso que está ahora en manos de Scalfaro, el cual ya ha convocado para hoy a los presidentes de las cámaras, a fin de tomar las decisiones relativas a la disolución del Parlamento y la subsiguiente convocatoria de elecciones.

Bajo el jefe del Estado, el único capaz de tomar esas decisiones imprescindibles para el tránsito político, yace, sin embargo, una amenaza, pues ayer mismo se desarrollaba en Roma un gran interrogatorio de Maurizio Broccoletti, el ex dirigente de los servicios secretos que acusa a Scalfaro de haberse lucrado con los fondos reservados.

Y no sería extraño que alguien airee en las próximas horas presuntos extractos de las declaraciones del ex agente para complicar el funcionamiento de las instituciones.

Scalfaro ayer se reservó el derecho de meditar sobre la dimisión de Ciampi, y es normal que no la acepte hasta que anuncie la convocatoria de elecciones. Aunque podría decidir, en cualquier caso, que el Gobierno llegue hasta la cita electoral en plenitud de sus funciones y pese a que el Parlamento se encuentre disuelto.

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