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Entrevista:

"Me gustaría que Mafalda viniera a ver el Prado"

Mafalda siempre fue una niña piola, que diría un argentino [esta palabra en Argentina quiere decir algo así como empollada, inteligente]. Y Quino, naturalmente, el padre de la criatura. Tuvo su carita fea y sus pelos crispados en el borde del tintero, pero jamás manejó las riendas de su vida. Ni siquiera en el parto, que, ya es decir, concebida para anunciar lavadoras, Mafalda se emancipó antes de nacer y la marca en cuestión nunca llegó a existir. La muñeca despuntaba como la versión moderna de Pepito Grillo, conciencia universal residente en América Latina. Quino tiene 61 años y hace 20 que dejó de dibujarla, lo que no significa que esté quieta, ni mucho menos muerta. El papá no dice nada, pero seguro que está inquieto. Ahora que los trazos van a ser animados por obra y gracia del cine, hay apuestas por ve de qué será capaz una niña qaue le roba portadas a él y al resto de su creación. Quedó clarísimo en la presentación madrileña de su último libro, ¡Yo no fui! Mafalda fue la estrella una vez más.Pregunta. Uno de sus admiradores acaba de confesar que sigue repasando a Mafalda y disfruta como en la primera lectura.

Respuesta. Me parece muy bien. Yo mismo, que dejé de dibujarla hace 20 años, sigo abriendo sus libros y la noto muy cambiada. Incluso me sorprendo y me pregunto: pero esto, ¿de veras se me ocurrió a mí?

P. ¿Y cómo está ahora Mafalda?

R. Sorprendente. Sobre todo porque cada vez llega más a niños muy pequeños. Es curioso que vengan tantos críos a pedirme autógrafos, porque yo jamás pensé en un personaje infantil.

P. Definitivamente, Mafalda está vivita y coleando.

R. Ya lo dijo Pirandello: cuando se crea un personaje, se le inmortaliza. Más aún: según terminas de escribirlo, de dibujarlo, él ya tiene su propia vida.

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P. Hay chavales que le dicen Quino, el de Mafalda. Incluso comentan que le imaginaban más joven.

R. Me alegra, tanto como ver que acaban de comprar mi último libro sin abrirlo siquiera. Es un piropo lindísimo.

P. ¡Yo no fui! ¿es una frase de excusa, de culpabilidad?

R. El libro se titula así porque precisamente ése es uno de mis temas favoritos: la relación entre débiles y poderosos. Esto de la culpa y la disculpa, el ¿quién ha sido? son diálogos inherentes a la vida cotidiana. Y, si me remonto, veo a Dios en el paraíso hablando con Adán y éste contestando: ¡Yo no fui, fue ella! Y ella: ¡Yo no fui, fue la serpiente!

P. Una vez estuvo usted a punto de quedarse a vivir en Madrid. ¿La idea sigue en pie?

R. Mejor no hacer proyectos, que luego se gafan. Si alguna vez se me ocurrió firmar un dibujo antes de terminarlo, el tintero acababa volcándose encima. Para mí, venir a Madrid no es viajar. Me siento igual de bien que en Buenos Aires. Eso sí, te diré que paso la mayor parte del tiempo comiendo pescado, que aquí es exquisito. Ya saben que en Argentina el pescado se cocina poquísimo.

P. ¿Por qué nunca invitó a Mafalda a conocer esta ciudad?

R. ¡Qué buena preguntal No lo sé muy bien, pero estoy seguro de que a Mafalda le encantaría Madrid, disfrutaría muchísimo, sobre todo dando largos paseos y mezclándose entre los madrileños.

P. Usted sería lógicamente su anfitrión.

R. Sí. La llevaría conmigo a un buen restaurante. Después iríamos al Museo del Prado y allí Mafalda, igual que yo, se quedaría horas y horas contemplando El jardin de las delicias. Es un cuadro interminable, es imposible verlo en su totalidad.

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