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Se restaura "El descendimiento", de Van der Weyden, con polémica sobre su autoría

El descendimiento de Cristo, de Roger Van der Weyden, dice el cartel que anuncia a los visitantes del Museo del Prado el emplaza miento de la famosísima obra recién restaurada y que se ha presentado esta semana en Madrid. Pero si las últimas investigaciones no van por camino equivocado, el cartel debería decir El descendimiento de Cristo, de Robert Campin. Así al menos lo sostiene Matías Padrón, conservador de pintura flamenca y holandesa del museo madrileño, quien a su vez recibió la confidencia de un afamado profesor francés que lleva años estudiando el cuadro.

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"Es sólo una sospecha, pero a mí me parece muy bien fundada", afirma Matías Padrón. Y añade: "De llegar a probarse esta teoría, sería un auténtico bombazo. Porque este descendimiento y una crucifixión que está en El Escorial, desgraciadamente muy mal conservada, son las dos únicas pinturas de Van der Weyden que se consideran perfectamente documentadas. Otros cuadros que se le atribuyen son dudosos, pero estos dos se tienen por seguros".Nada raro, por otra parte. En su época (siglo XV) era frecuente la colaboración entre el maestro y los discípulos de un mismo taller, "y en el caso que nos ocupa hay indicios de que, efectivamente, fuera así", confirma Matías Padrón. Pero mientras las sospechas se confirman o se disuelven, el Prado muestra los resultados sorprendentes de la restauración llevada a cabo en sus talleres a lo largo de 17 meses. María Teresa Dávila, restauradora del museo, y George Bissaca, conservador del Metropolitan Museum de Nueva York y especialista en soportes de madera, han sido los artífices de una tarea en la que tienen tanta importancia la limpieza de la pintura como la recomposición del soporte y del marco.

"Ésta fue la razón principal de que emprendiéramos la limpieza de este cuadro en este momento", afirma Manuela Mena, subdirectora del museo y encargada de las restauraciones. "Había peligro grave de deterioro. La restauración que se le hizo en el siglo XIX estaba muy mal hecha. La pieza de Van der Weyden estaba descolocándose, moviéndose, como decimos nosotros, para buscar su equilibrio. Ha habido que desmontarla y hacer un nuevo soporte. Es una tarea delicadísima y fundamental para el futuro del cuadro, y hemos tenido la suerte de poder contar con George Bissaca, un hombre de toda garantía".

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