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Reportaje:PICARESCA EN LAS TAQUILLAS.

El cine sufre su primer fraude su primer fraude por ordenador

Varios empleados de los Multicines Ideal se embolsaron dos millones en 20 días al vender entradas duplicadas

Ana Alfageme

Varios empleados de los Multicines Ideal se embolsaron dos millones de pesetas en 20 días gracias a una herramienta ideada en 1989 precisamente para evitar el fraude: los ordenadores que instala en las taquillas el Ministerio de Cultura. ¿ Cómo?Aprovechaban las madrugadas-para hacer una copia de cada entrada y, por supuesto, vender ambas. En el sistema informático sólo quedaba constancia de que se había adquirido una entrada, cuando en realidad se habían puesto dos a la venta. La artimaña, que ha sido denunciada y se investiga en un juzgado de Madrid, demuestra por primera vez que los ordenadores de Cultura son vulnerables y los estafadores superan el ingenio de los trucos clásicos. El ministerio se está gastando 500 millones en implantar este mecanismo en casi todos los cines de España.

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Ricardo Evole, en representación de Desarrollo Cinematográfico, SA, la empresa que posee los cines Ideal, presentó una denuncia en comisaría el pasado 14 de julio contra varios empleados de sus multicines, un complejo de ocho salas ubicado en el centro de Madrid. Le faltaban más de dos millones de pesetas y pensaba que se habían pirateado los ordenadores de las taquillas para robar. Sospechaba que había una duplicación de entradas: la impresora emitía dos billetes idénticos -para la misma sala, sesión y película- y con el mismo número de serie. Se cobraba por las dos, pero el ordenador no registraba más que una. Los ladrones de quienes sospechaba habrían usado, por tanto, las máquinas pensadas para todo lo contrario: un sistema informático conectado con e Ministerio de Cultura para controlar mejor los ingresos de taquilla y facilitar la emisión de entradas. Llevar los ordenadores a los cines cuesta a Cultura, y por tanto a los contribuyentes, 500 millones de pesetas.Una casualidad, dice Évole, le hizo caer en la cuenta de que algo raro pasaba. Así lo relata ahora: "Un empleado se fijó en los billetes porque en uno de ellos se veía mal el nombre de la película. Luego notó que las dos entradas que tenía en la mano tenían los mismos números". Es decir, el ordenador había emitido dos entradas idénticas y eso no podía ser.

Evole llamó a Eritel, la empresa que ha creado el programa para gestionar las taquillas por ordenador y que se encarga del mantenimiento del sistema en los 480 cines informatizados que hay en España. Los técnicos de Eritel se pasaron por las salas Ideal y empezaron a bucear en el interior de la memoria de los tres ordenadores de los cines. "Resulta", cuenta Jesús Noblejas, un directivo de Eritel, "que se habían emitido entradas a las cuatro de la mañana y cosas así. Ésa fue la primera pista".

Entradas dobles

Los trabajadores nocturnos desconectaban un ordenador de la red que le une con las otras dos máquinas y se dedicaban a emitir entradas. En el ordenador principal -que coordina el conjunto del sistema- no quedaba ni rastro. Salvo que dos entradas tenían el mismo número, ya que en horas de trabajo se seguían vendiendo billetes con normalidad. Si el fraude hubiera durado más -los hechos investigados se circunscriben al periodo comprendido entre el 17 de junio y el 3 de julio- se habría notado, a simple vista, que una sala repleta de espectadores estaba medio vacía en la pantalla del ordenador. Évole dice que notaba cosas que no cuadraban.Los empleados que citó el empresario en su denuncia ante la policía, gracias a la información que, en una especie de venganza, proporcionó la memoria del ordenador con el que fabricaron aquellas entradas negras, fueron interrogados en comisaría, adonde les condujeron agentes del distrito policial de Centro. "No reconocieron, nada, igual que antes de la denuncia, y lo negaron

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-todo", dice el empresario, que tiene 39 salas en Madrid y Barcelona. Cuando las diligencias ya estaban en un juzgado, algunos de ellos -Évole no quiere revelar cuántos- confesaron, devolvieron el dinero -unos dos millones de pesetas- y se despidieron por iniciativa propia. "Uno de ellos, que no tenía nada que ver con la estafa", afirma Évole, "sigue trabajando normalmente". Los dos millones que ha recuperado ahora el empresario no son solamente suyos: los estafadores confesos habían robado también a las distribuidoras y productoras de las películas, que se llevan al menos la mitad de la taquilla, y a Hacienda, claro.

El entuerto quedó desvelado; Évole retiró su denuncia -aunque la investigación del incidente prosigue de oficio- pero el sistema informátIco que comenzó a implantar Cultura en 1989 para mejorar la gestión y despejar dudas sobre fraudes, había perdido su infalibilidad.

Habían sido violadas sus redes de seguridad por primera vez, según las afirmaciones de Eritel y del ministerio. La empresa informática comunicó lo sucedido al Instituto de Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), el organismo de Cultura que entiende de estos asuntos. Sin embargo, el director del instituto, Juan Miguel Lamet, aseguró esta semana que no tenía constancia del fraude denunciado en los cines Ideal.

La herramienta del fraude, el. ordenador, los instala en las salas el propio ministerio, dentro de un plan quinquenal en el que pretende que, a finales de 1994, 700 salas de toda España, lo que supone un 90% del aforo total, tengan videoterminales dentro de la taquilla. Los ordenadores personales los suministra Cultura y el programa informático lo confecciona Eritel.

"La instalación de los ordenadores es voluntaria", recalca Lamet. Pero su departamento trata de persuadir a los propietarios de las salas para que pongan un ordenador en sus taquillas. "Es un sistema limpio, que facilita el control y que despeja las dudas razonables que tenían los distribuidores de películas y los productores sobre el fraude en las taquillas", asegura Lamet.

Ante la petición de un espectador que quiere ver, por ejemplo, una película en la sesión de las 20.30, el taquillero le da a una tecla y el ordenador genera un impreso en el que se refleja el nombre de la sala, el día, la hora de la sesión y el título de la película, por duplicado.

La mejor butaca

Si la sala tiene butacas numeradas, el ordenador también emite automáticamente la entrada mejor situada que queda disponible en taquilla. El empleado del cine puede ver en la pantalla un plano de la sala y observar las entradas que ha vendido y las que quedan por vender. Si el aficionado es más quisquilloso y pide pasillo, fila 10 o esquina, el taquillero tiene que manipular un poco más el sistema para ajustarse a la petición. El programa permite gestionar reservas e invitaciones, aunque no está preparado, por ejemplo, para pagar con tarjeta de crédito. De la emisión de este billete queda constancia en el ordenador, que se conecta telefónicamente con el Ministerio de Cultura algunas noches.De lo que se queda en las arca s de cualquier sala al final del día, hasta un 60% se lo lleva la empresa que distribuye la película. El resto es ganancia para la sala, descontados los impuestos. Pero también le interesa tener los datos de taquilla al Ministerio de Cultura, para otorgar lo que se llama subvención automática. Es decir, una cantidad con la que el premia el que una película española consiga una recaudación aceptable.

El resultado del primer susto que ha dado el sistema informático han sido sucesivas reuniones en la plaza del Rey de Madrid, donde se encuentra el ministerio, según Eritel. A Ricardo Évole le ha llegado una carta de Cultura que dice que se pondrá un seguro más al sistema: el empresario tendrá información de las operaciones que se hagan a espaldas del ordenador principal. Por si vuelve a haber incursiones nocturnas.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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