La España rural
Mientras la España urbana piensa ya en el descanso, otra, la agraria, se afana en sacar frutos a una tierra no siempre feraz. Para muchos agricultores y ganaderos es tiempo de cosecha. El que suscribe, urbanita también, pero ligado por vocación y trabajo a los problemas del campo español, desea, aprovechando su espacio de los lectores, reflexionar en alta voz sobre este mundo apasionante, del que todos, al fin y a la postre, dependemos.En primer lugar, y pensando en el bien de todos, sería del todo adecuado que los medios de comunicación, entre los que incluyo, naturalmente, EL PAÍS, prestaran más atención a la España rural y que dedicaran más espacio a la situación siempre preocupante de los que tienen por forma de vida sacar a la tierra sus frutos y luchar con denuedo por defender lo que tanto esfuerzo les costó.
En segundo lugar, hoy día los agricultores y ganaderos, por mor de la burocracia europea, se ven sometidos a un sinfín de cambios estructurales, algunos necesarios, pero la mayoría no tanto, que están "mareando la perdiz", y nunca mejor dicho, y alterando mentalidades sociolaborales, muchas veces del todo inapropiadas.
Por último, admitiendo que, por leyes inexorables, cada vez serán menos los llamados a este noble oficio, que se preste más atención y que se cuiden con esmero las vocaciones que nazcan, que los poderes públicos no olviden la vieja máxima del gran Costa: "Escuela y despensa", y que todos, solidariamente, veamos en estos españoles que pueblan la mayor parte del territorio compatriotas dignos de la mayor de nuestras simpatías y merecedores de todo nuestro respeto.-
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