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Todos para uno, uno para todos

La contrarreloj por equipos de Avranches despierta el habitual debate sobre la justicia de este tipo de etapas

La sala de máquinas de Miguel Induráin depende hoy de ocho cuerpos distintos, los que le acompañarán en la contrarreloj por equipos que se disputa entre Dinard y Avranches (81 kilómetros). La etapa, la primera con carácter decisorio de la presente edición del Tour, ha levantado en el pelotón la habitual polvareda. Para unos es una prueba injusta que perjudica a los mejores y sirve de refugio a los mediocres, ya que iguala por abajo, al ser el quinto hombre en cruzar la meta el que marca el tiempo. Para otros es un detalle que garantiza la esencia absoluta del Tour y democratiza la carrera.La contrarreloj por equipos no suele decidir el ganador del Tour, pero en ocasiones permite respirar a los advenedizos. Argumentan sus detractores que, por tratarse de una colectivización de esfuerzos, los buenos pagan las carencias de los malos.

"Nunca se sabe lo que va a pasar. Puedes perder tres minutos o ganarlos", comentó el campeón. Eso es lo que más preocupa al Banesto: la incertidumbre. No es un corazón, son nueve. No son dos piernas, son 18. Y de ellas, 10 han de aguantar firmes hasta el final. Si no, la tragedia. José Miguel Echávarri y Eusebio Unzué, los directores deportivos del Banesto, no critican abiertamente la prueba, pero les preocupa. "Es una forma de compensar el presupuesto de los equipos, ya que los patrocinadores y las marcas de material se lucen ese día. El mayor inconveniente es el riesgo que encierra, que provoca una dosis de nervios innecesaria".

Echávarri reconoció que el Banesto no tiene gente piara ganar, pero sí para hacer un trabajo digno: "La necesidad de estar en todos los frentes te impide afrontar este tipo de etapas con la dedicación de otros". En su opinión, la contrarreloj por equipos debería disponer de un factor de corrección con un tiempo límite para los ciclistas. El reglamento del Tour establece los cinco minutos como el máximo tiempo que una formación puede ceder, sea cual sea su registro.

El Clas y el Once

Echávarri recurrió a la situación, del Clas, el equipo de Rominger, para hacer una reflexión crítica. El equipo asturiano ha perdido en las caídas de los primeros días a dos hombres importantes para la etapa de hoy, Abraham Olano y Arsenio González, por lo que deberá afrontar el recorrido con sólo siete corredores. Rominger, el jefe de filas del Clas, puede verse perjudicado por este inconveniente. Como los demás, no depende sólo de sí mismo, lo que eleva el riesgo. "Todo el equipo está afectado, no sólo Rominger. Teníamos una opción al podio que puede verse afectada por esta, desgracia. El que pierda tres o cuatro minutos, ya puede despedirse de París", señaló Juan Fernández, director del Clas.

"La crítica a la contrarreloj por equipos es el recurso del pataleo. Igual que hay equipos preparados para la montaña, por qué no va a haberlos para el llano. Es una especialidad más del ciclismo en carretera. Ahora no vale lamentarse. Para otros equipos el drama está en la montaña y no se quejan". Las palabras de Manolo Saiz, director deportivo del Once, tienen una justificación: su formación es una especialista en este tipo de etapas. De ganar hoy, el jersey amarillo podía caer en sus manos.

La ponderada actitud de sus colegas contrasta con la sanguínea respuesta de Javier Mínguez: "Es un desastre, una vergüenza, como las bonificaciones. Esto es como si marcas un gol y te regalan otro. Las contrarreloj son un coñazo. Ahora nos hacen mucha gracia porque Induráin va bien, pero cuando no era así, bien que llorábamos. Lo espectacular, lo grande, es, la montaña. Y digo esto consciente de que a mí me favorece. Si yo salgo en plan turista mañana (hoy para el lector), sólo me van a caer cinco minutos, mientras que el Banesto puede perder un tiempo importante y acabar reventado".

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