La campaña electoral y los mercados monetarios se convulsionaron ayer al anunciarse la tercera devaluación de la peseta en nueve meses. La moneda española se depreció un 8%, arrastrando al escudo portugués, que perdió un 6,5%. El cambio de paridad de la peseta en el Sistema Monetario Europeo va acompañado de un descenso de los tipos de interés de 1,5 puntos, anunciado ayer por el ministro de Economía, Carlos Solchaga, y seguido ya anoche por los grandes bancos, que recortaron sus tipos en tomo a un punto. La devaluación culminó un jueves negro para la economía española: la Encuesta de Población Activa reveló que el paro afecta ya a 3,3 millones de españoles al crecer en más de 250.000 personas en el primer trimestre, y la inflación de abril pegó un nuevo tirón del 0,4%, muy por encima de lo esperado.
Los ciudadanos españoles en paro son ya 3.300.270, lo que supone un aumento de 668.2100 personas más que hace un año. La tasa de desempleo ha, alcanzado un récord histórico en España y se sitúa en el 21,74% de la población activa. El aumento del desempleo en 253.140 personas en tres meses significa que fueron quedando en el paro 2.812 trabajadores por día. Además se destruyeron 2.935 empleos al día entre enero y marzo (en total, 264.170), casi la mitad de los puestos desaparecidos en el último año (567.220). Todas las comunidades y todos los sectores experimentaron incrementos del paro.
En el acuartelamiento español de Mostar (Bosnia-Herzegovina) sonó ayer el toque de caídos. Arturo Muñoz Castellanos, teniente de la Legión, burgalés de 28 anos, falleció en el hospital militar Gómez Ulla de Madrid como consecuencia de las heridas sufridas el pasado martes cuando fue alcanzado por una granada de la milicia, croata mientras escoltaba un convoy que llevaba plasma sanguíneo a Mostar, la capital de Herzegovina.Arturo Muñoz Castellanos, primera víctima mortal del contingente español enviado a la zona del conflicto, había empeorado notablemente durante su evacuación a España en un avión militar.
ENVIADO ESPECIALAún no hemos doblado la esquina que conduce a la línea del frente en Mostar y ya se escuchan nítidos los primeros disparos. Tiran contra nosotros. Son francotiradores. Estamos en una ratonera. El corazón late como una locomotora. No hay vuelta atrás. Allí está el puente. "¡Es el Branley!", exclama un militar del contingente español que entra en la capital de Herzegovina para velar por el cumplimiento del alto el fuego firmado el día anterior por musulmanes y croatas, que no se respeta. Nadie lo respeta ya.
Un poco más lejos, las tanquetas giran bruscamente a la derecha.
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