Jofresa provoca el desempate

ROBERT ÁLVAREZ, Tomás Jofresa aportó el factor yugoslavo al derbi. Allí donde había dudas, sembró la certeza; donde había miedo, descaro. Emergió en medio de un partido espeso, farragoso, con marcador de balonmano: 25-27 al descanso. Tomás cogió la bandera y atravesó las tropas enemigas sin importarle el fuego cruzado -la defensa en zona que tanto se le había atragantado a los suyos-, sin mirar a sus mayores -Villacampa se convirtió por momentos en un gregario suyoy haciendo añicos el miedo escénico. Con todo el Palau Sant Jordi cebado en él por su espíritu guerrero y sus declaraciones,...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

ROBERT ÁLVAREZ, Tomás Jofresa aportó el factor yugoslavo al derbi. Allí donde había dudas, sembró la certeza; donde había miedo, descaro. Emergió en medio de un partido espeso, farragoso, con marcador de balonmano: 25-27 al descanso. Tomás cogió la bandera y atravesó las tropas enemigas sin importarle el fuego cruzado -la defensa en zona que tanto se le había atragantado a los suyos-, sin mirar a sus mayores -Villacampa se convirtió por momentos en un gregario suyoy haciendo añicos el miedo escénico. Con todo el Palau Sant Jordi cebado en él por su espíritu guerrero y sus declaraciones, no menos desaforadas que su estilo de juego, no le tembló el pulso para clavar cuatro triples casi consecutivos y ocho tiros libres: 26 puntos. Él solo, más que todo el Barcelona en la primera parte. Con el añadido de que los suyos rompieron el partido.

La primera parte fue un duelo de continencias. Las defensas, acérrimas. Las circulaciones de balón, imprecisas [18 pérdidas entre los dos]. El arrojo del Joventut en el rebote [23 a favor por 12 del Baça], tan espectacular como las ayudas entre los jugadores locales y los consiguientes tiros forzados de los visitantes [sumaron un ridículo 27% de acierto]. Pese a algún vaivén reseñable -11-2 en el minuto ocho en un arranque digno de motor diesel por partede ambos-, el primer acto resultó igualado y cicatero.

Los antecedentes, tan próximos, no dejaban espacio a la sorpresa. El Barcelona dispuso su quinteto de gigantes -Montero, Jiménez, Jones en la primera línea y Savic y Norris en la retaguardia- para desplegar su defensa en zona. El Joventut, a diferencia del segundo partido, puso en pista un quinteto desprovisto de hombres con un dudoso sentido de la agresividad, léase Jent, Dani Pérez o Kopicki. En el minuto 28 (36-41), el Barcelona tuvo que claudicar en su defensa en zona. Sumados los dos últimos de Kopicki y Tomás se abrió la brecha decisiva (40-49). Varios errores en ataque y varios fallos en los tiros libres de Savic delataron la crisis del Barcelona. El Joventut respiraba. El campeón se resistía a abdicar. Es más, amplió la diferencia hasta los 14 puntos (46-60).

Aíto pareció olvidarse por momentos de Jones sin perjuicio de que echara mano de Fuentes, un chaval de 17 años que va para figura y que se batió el cobre tanto ayer como en el segundo partido de la serie. Entre Jones y él y la presión del equipo azulgrana volvió a estrecharse el marcador hasta un 63-67 a falta de dos minutos. Lolo Sainz también pareció olvidarse que para administrar aquellos 14 puntos y superar la presión existe un recurso de libro como meter en pista dos bases al mismo tiempo. La hemorragia se cortó por la simple lógica: cinco jugadores de calidad no pueden estar perdiendo balones todo el tiempo. En ese momento, el Joventut aprovechó el vértigo con el que estaba forzado a jugar el Barcelona. Revivió el Joventut. Se agarró al quinto partido de desempate como a un clavo ardiendo. Tomás Jofresa había refrendado que es el más yugoslavo de los jugadores españoles.

Sobre la firma

Archivado En