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Entrevista:

"¿Quién no ha recomendado en España a alguien?"

Álex Grijelmo

José María Álvarez del Manzano encarna la imagen del enemigo que, puestos a tener alguno, cualquiera desearía: sus ademanes verbales son amables, nunca levanta la voz y cuida las palabras para no herir jamás a nadie. Como buen madrileño, nació fuera, en Sevilla. Ha vivido la política municipal por dentro nada menos que durante 14 de sus 55 años, y todavía tiene garantizados otros dos como alcalde. Su examen de reválida llegará en 1995, y mientras se ejercita abordando problemas de cálculo. Lleva unos meses de cuidado: la crisis del Alfil, la polémica de los pisos municipales, los disgustos de sus concejales... Y él en todo esto quiere denunciar muchas hipocresías: "¿Quién no ha recomendado en España a alguien?". Desde la ventana de su despacho tiene la obligación de contemplar todo Madrid.

La entrevista comienza a primera hora de la tarde del jueves, cuando apenas hace 60 minutos que se ha conocido la muerte de don Juan de Borbón. Uno de los colaboradores del alcalde le lleva el cartel en el que está recién impreso su bando de condolencia. "Lo he escrito a mano", explica José María Álvarez del Manzano. Lo lee en pie, y después se sienta para comenzar la entrevista, tras advertir que la acepta por el compromiso establecido con anterioridad. El dolor de ahora, explica, le invita a rehuir las polémicas de los enfrentamientos políticos. "He trabajado por ver a la monarquía consolidada y por ver reinar a don Juan III. No pudo ser, pero él supo ser hijo de rey y padre de rey sin haber reinado él mismo. Y gracias a él tenemos ahora una monarquía de enorme utilidad para los españoles y de gran prestigio en el mundo. Pero mis responsabilidades me obligan a compartir el dolor con el trabajo del día a día. Así que podernos empezar".Esta batalla cotidiana le ha acarreado al alcalde uno de los mayores disgustos que haya podido encontrarse en su vida política: el escándalo de las adjudicaciones irregulares de pisos municipales a funcionarios y sus familiares (entre ellos, un diputado regional del PP).

Pregunta. ¿Cómo se siente personalmente con el escándalo de la Empresa Municipal de la Vivienda?

Respuesta. Me siento institucionalmente tranquilo.

P. Pero todo esto molesta, ¿no?

R. Estoy convencido de que en el fondo la culpa es mía por haber cambiado el sistema de adjudicación de pisos y por haber sido transparente, hasta llegar al sorteo ante notario, que es la primera vez que se hace en este Ayuntamiento [antes, las viviendas eran adjudicadas según la puntuación que se daba a los aspirantes]. Y como consecuencia de esa actuación transparente se observan las irregularidades. Si yo hubiera mantenido el sistema anterior, no habría ocurrido nada. Cuanto más trabajas para ser transparente, parece como si fuera peor.

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P. En una situación parecida se vio el presidente regional, Joaquín Leguina, con el caso Atocha, que denunció el PP. También hubo transparencia y, en lo que hasta ahora se sabe, irregularidades de unos funcionarios. Y el PP atacó sin piedad.

R. No me consuela nada. Yo he sido muy respetuoso con el caso Atocha, institucionalmente tengo todo el respeto por la Comunidad de Madrid. Otra cosa será que mis compañeros, como es su obligación, exijan la total transparencia. De todas formas, los dos casos son muy diferentes. Aquí en el Ayuntamiento no ha habido favores a cambio de algo. Y me ha molestado enormemente la hipocresía de la sociedad y la interpretación falaz de los términos en los que yo me expresé hace unos días, cuando dije que lo más que puede haber ocurrido es que se haya producido alguna recomendación, como algo de tono menor. Y entonces se ha producido el desgarro de las vestiduras, que me ha recordado la Semana Santa porque es la rotura de los vestidos de los escribas: ¿quién no ha recomendado en España a alguien? ¿Quién no ha pedido algo sin nada a cambio, simplemente como favor? Se ha creado una comisión de investigación... A ver qué comisiones ha creado el partido socialista. Estoy dispuesto a que se revisen todos los expedientes, uno por uno, y he suspendido las adjudicaciones. No se ha generado ningún derecho porque no ha existido el acto administrativo en virtud del cual se generan derechos. No se puede hablar, salvo mala fe, de que se han adjudicado pisos irregularmente. De todo eso se ha hecho una toma de postura desmedida, queriendo equiparar -desde los medios públicos de información y desde la oposición- esta incidencia con otros casos desgraciadamente existentes, reales, comprobados... frente a algo que está interrumpido por mi decisión personal. Y en este caso ya se ha producido la dimisión de los que directamente podían haberse equivocado en su función. Yo quisiera saber un caso similar paralelo.

P. El caso Atocha, precisamente. Lo investigó una comisión parlamentaria.

R. Pero no se ha producido ninguna admisión de cese. ,

P. Se ha responsabilizado a un funcionario.

P. Sí, pero sobre la marcha. Y en ese caso no quisiera insistir, parece que ha habido obras cobradas y no terminadas o sin ejecutar... y aquí no ha habido nada de eso. Por eso el caso de la

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"Estamos en la feria de las elecciones, y parece que ya todo vale"

Viene de la primera páginaEMV no es comparable con los asombrosos casos de Filesa o de las comisiones del AVE... Ni siquiera con otro que es de tono menor, pero importante, como es el caso Atocha. Y otra diferencia: yo me he hecho desde el primer día responsable político de todo lo que ha ocurrido. Otra cosa es que sea el responsble material, porque eso no. Soy responsable de los efectos a terceros que puedan producir los 30.000 funcionarios, pero no responsable material de algo que no he hecho.

P. Estamos en un clima en el que ya falta poco para sospechar que el futbolista que falle un gol ha sido sobornado por el equipo contrario.

R. Estamos en lo que YO he llamado la feria de las elecciones. El telón ya se ha levantado y ha empezado la aplicación del todo vale. Y a mí me parece que en política ni todo vale ni uno puede aprovecharse de las circunstancias para conseguir un fin. Por tanto, yo no aplico la teoría de Maquiavelo de que el fin justifica los medios. Por eso no saldrá de mí una referencia negativa de carácter personal hacia mis compañeros políticos que, aún con distinta ideología, están bajo esta misma carpa.

P. Dentro de todas estas sospechas figura también el caso del concejal presidente de Chamartín, que promovió un aparcamiento subterráneo que ahora explota su empresa.

R. Quiero explicar bien este caso. Aquí hay una fundación privada, Santamarca, con fines asistenciales muy importantes; después, la adjudicación por parte de Santamarca a un empresario particular para la ejecución de un aparcamiento cuya tramitación se realiza en la Gerencia de Urbanismo con la autorización del gerente, y se otorga una licencia absolutamente válida. Y la empresa que ejecuta el aparcamiento, una vez construido el mismo, saca en venta plazas de garaje. Aquí no hay ninguna limitación, y puede presentarse cualquiera. Entonces, el concejal del distrito, a través de una empresa en la que participa su familia, compra esas plazas. Ahí no ha existido ningún acto irregular en ninguno de sus trámites; y solamente puede existir lo que llamarnos finura en cuanto a la apreciación de si uno debe o no tener negocios en el territorio donde es competente. Pero, claro, uno piensa en la cantidad de personas que están en las mismas circunstancias en la política misma: alcaldes de muchas localidades, muchos concejales, tienen negocios en las ciudades donde ellos son mandatarios... Otra cosa será que estéticamente, o incluso éticamente, pueda ser discutible, pero indudablemente lo que no hay es vulneración de la legalidad vigente.

P. Pero ustedes no dejarían escapar la ocasión si se descubriera que el ministro de Transportes tiene una empresa constructora o que el ministro de Defensa es accionista de una fábrica de armamento.

R. Yo quisiera saber, a lo largo de 10 años de oposición, cuántas veces he utilizado ese procedimiento. Y puedo contar los negocios de los concejales que ha habido, su cambio de vida, su cambio de piso y de coche. Está por ver que yo haya dicho algo. Cada uno hace política según su conciencia. Yo entiendo la política como medio de ilusionar con tus ideas propias. Pero... al final me van a tener que obligar, y entonces voy a tener que ver a quién se han adjudicado todos los pisos de la Empresa Municipal de la Vivienda a lo largo de estos años, y nos encontraremos cómo muchos funcionarios de este Ayuntamiento y sus familiares tienen pisos de protección oficial, y habrá que ver cuántos familiares de concejales hay en ese caso. Y cuántos funcionarios han entrado por el sistema de designación.

P. El problema de las licencias: el 80% de los cines y teatros está sin los papeles en regla, y por eso cualquier sanción contra uno o dos es arbitraria, como en el caso del teatro Alfil.

R. No podemos aplicar las normas actuales a quienes establecieron sus negocios con la legislación anterior. Aprovechamos cuando piden permiso para una reforma o cambian de dueño.

P. No, la mayoría están en situación ¡legal tras haber hecho reformas.

R. Eso ya es distinto. Los casos que se detectan, como es lógico, se ponen de manifiesto. El otro día, en una reunión con empresarios, con motivo de la visita del alcalde de Barcelona, un empresario dijo: "Hombre, cómo se piden tantas licencias, licencia de apertura, licencia de funcionamiento...". Y yo le respondí: "Mire usted, desgraciadamente ha ocurrido hace poco un caso en un cine [el accidente del cine Bilbao, en el que murieron cinco personas], y la gente lo primero que dice es: ¿pero esta obra tiene licencia? ¿Pero esta obra se estaba vigilando? Y era una obra menor [la colocación del cartelón cinematográfico derrumbó la marquesina de la entrada]. Pero como las consecuencias han sido trágicas todo el mundo dice: ¿cómo no se ha exigido licencia? Los empresarios, si la llegamos a pedir con antelación estarían diciendo que hay demasiada burocracia".

P. Debería hacerle una pregunta sobre la huelga de basuras, pero no resulta fácil. Estos conflictos de empresas concesionarias son tan complicados que no hay por dónde cogerlos. [La huelga concluyó al día siguiente, pero la declaración de principios del alcalde sigue siendo válida]:

R. Cuando se produce un conflicto de una empresa concesionaria, el Ayuntamiento se encuentra con que no es parte y, sin embargo, resulta fuertemente afectado en su función de representante de los madrileños. El contrato con esta empresa tiene ya 25 años [se ha ido renovando]. Podemos rescindir la concesión cuando termine su vigencia, pero los trabajadores deben ser absorbidos por la nueva concesionaria. Cambiaríamos el titular de la disputa, pero los hechos continuarían siendo los mismos. Podríamos vulnerar el derecho de huelga y recoger basura con otros empleados... Pero eso no se debe hacer. Y tampoco podemos permitir que las consecuencias económicas de la negociación en una empresa las pague el contribuyente. Yo recuerdo ahora la huelga de la EMT [enero y febrero de 1992]. Me decían: este tío está loco, se está manteniendo firme. Hasta que poco a poco se convencieron de que la posición buena era la firmeza. ¿Qué debemos hacer en este caso?: exigir a las partes que se pongan de acuerdo. Y, desde luego, una cosa: que no haya violencia en los piquetes. No le aconsejo a una empresa que acepte las reivindicaciones en un clima de violencia. Por otro lado, una huelga no debe nunca afectar a la salubridad de los madrileños. Si eso ocurriera, me vería obligado a pedir al delegado del Gobierno que dictase un arbitraje para acabar con el conflicto.

P. La impresión de que la ciudad está sucia se ha generalizado, y Madrid no sale bien parada en las comparaciones.

R. A los que viajan a París o a otros sitios les digo con toda tranquilidad que miren las ciudades y que comparen. Madrid tiene un grado de suciedad que no me agrada, pero que no es tan angustioso. Lo que ocurre es que sólo con limpiar no conseguimos la limpieza. Somos la ciudad de Europa que más papeleras tiene.

P. Madrid es un nido de indisciplina ciudadana e impunidad. Hay varios hechos importantes y concretos que transmiten esa sensación global.

R. Veamos.

P. La gente aparca donde le da la gana.

P. Yo dije que iba a dedicar un año a pedir comedimiento, moderación y solidaridad. Y el segundo año, a poner orden en la calle. También aquí hemos empezado a embargar parcialmente las cuentas de los que no pagan las multas, como en Barcelona. Y hemos puesto en marcha un nuevo sistema de grúa en el que hay que pagar [16.000 pesetas] por recoger el vehículo que se haya llevado.

P. Las salidas de urgencia de discotecas y cines están taponadas por coches subidos a las aceras.

R. Si la gente no quiere colaborar, es muy difícil conseguir todo. Empezaremos poco a poco, modernizaremos la infraestructura del Ayuntamiento, pondremos más aparcamientos subterráneos, y así tendremos más fuerza para aplicar las sanciones, porque la gente tendrá donde aparcar... Ahora no, hay sitio.

P. ¡Pero si los coches que taponan salidas del cine Palacio de la Prensa tienen a veinte metros el aparcamiento de Tudescos, con plazas libres, y no entran! Los subterráneos están rodeados por automóviles en doble fila.

R. Los ciudadanos no colaboran. En Barcelona, la gente no va dando vueltas hasta encontrar sitio, se dirige directamente al aparcamiento. Aquí no hay manera. Hemos puesto unos carteles que indican cuál es el subterráneo que está más cerca y si tiene plazas libres. Pues nada, la gente aparca en doble fila debajo del cartel. Tenemos que educar a los ciudadanos.

P. Las multas de la ORA no las paga nadie. Por tanto, nadie respeta la ORA.

R. Estamos estudiando un sistema de parquímetros, y pensamos en llegar a un acuerdo con la empresa que los explote para que ella misma se encargue de las grúas para retirar los coches de quienes aparquen mal. Todo esto, en nuestra idea de modernizar el Ayuntamiento y dotarle de la infraestructura adecuada para gestionar después las multas.

P. La gente revende las; plazas de aparcamientos municipales para residentes. Se las venden o alquilan a mayor precio a otros, y éstos llevan así su coche al centro, con lo que rompen el efecto que se pretendía.

R. Es que es una picaresca detrás de otra. Es la picaresca de un país que hasta ha dedicado novelas laudatorias a este fenómeno y que se ha deleitado con las películas de Tony Leblanc sobre los pícaros. Pero ¿qué podemos hacer? ¿Poner a 30.000 funcionarios que vigilen eso? ¿Cuántas viviendas de protección oficial se han revendido en los últimos 50 años, con los defraudadores presumiendo y todo? Pero que quede claro que todo esto no lo hace una generalidad, sino una minoría.

P. ¿A quién siente más como su oposición: a Juan Barranco o a Joaquín Leguina?

R. Leguina no tiene la misma sensibilidad hacia Madrid que hacia otros municipios, y, en consecuencia, da a la capital un trato diferenciado al del resto de la comunidad. Ejerce más como un presidente de Diputación provincial que como un presidente autonómico. Y en lo que respecta a Barranco... Juan Barranco practica una oposición muy distinta a la que yo ejercí.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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