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EE UU cierra sus mercados públicos a productos europeos de telecomunicaciones y de energía

Lluís Bassets

La nueva Administración norteamericana no ha dejado pasar ni 15 días desde la toma de posesión de Bill Clinton para desencadenar una ofensiva proteccionista que tiene ya todos los visos de una guerra comercial, dirigida principalmente contra la CE. Cinco días después de la imposición de aranceles contra las importaciones de aceros planos de 19 países -siete europeos-, las autoridades de EE UU decretaban ayer el cierre de su mercado a las compañías de telecomunicaciones y de producción de energía eléctrica.

La eliminación de las compañías europeas de los mercados públicos norteamericanos, es decir, de los servicios públicos de distribución y de servicios telefónicos, informáticos y de energía eléctrica, ha sido decidida esta vez con el pleno acuerdo del presidente Clinton y de la entera Administración, tal como se ha cuidado de subrayar el secretario de Estado de Comercio, Mickey Kantor.Kantor ha querido dar así respuesta a quienes evitaban comprometer a Clinton en las medidas antidumping dictadas contra los aceros no norteame ricanos y, en cierta forma, a la propia Comisión Europea y a su comisario de Comercio Exterior, Leon Brittan. Éste aseguró el pasado día 28, tras condenar las medidas, que consideraba los derechos de aduana contra el acero plano como una medida decidida de oficio, en estricto desarrollo de un proceso iniciado por la anterior Administración republicana.

Los mercados de telecomunicaciones y de energía no están incluidos en los paneles multilaterales del GATT, pero la obtención de acuerdos sobre estas cuestiones debería formar parte del conjunto de compensaciones y nuevos pactos decididos en la línea final de la Ronda Uruguay del GATT. EE UU justifica el cierre de sus mercados públicos como una respuesta justa a un conjunto de directivas comunitarias cuyo resultado final es, al parecer, la limitación del acceso del mismo tipo de compañías a los mercados europeos.

El nuevo giro que ha tomado lit política comercial norteamericana ha echado por la borda las escasas esperanzas existentes de un final rápido y feliz de la Ronda Uruguay, que en teoría debía producirse antes del 2 de marzo próximo, momento en que termina el mandato obtenido por los negociadores de su Congreso, llamado también fast track o camino rápido.

Una vez caducado el mandato, las decisiones vuelven a estar en manos del Congreso, donde crecen las tendencias proteccionistas y actúan a placer los grupos de presión de los distintos sectores industriales y de servicios, dispuestos a desplegar su influencia para yugular la competencia de compañías extranjeras. Son numerosos los expertos y responsables económicos internacionales que insisten estos mismos días en recordar que la profundidad de la depresión económica de los años 30 se debió a la adición de una crisis financiera con una reacción de defensa y de proteccionismo por parte de los principales países industrializados. Ambos elementos se están conjugando en su fase inicial en la actualidad.

Mayor energía

Leon Brittan ha reaccionado esta vez con mayor energía todavía que con el caso del acero y ha dado a entender claramente que la Europa comunitaria deberá tomar resoluciones de respuesta. El Consejo de,Ministros de la CE se reunirá precisamente hoy por la mañana en Bruselas para discutir sobre las medidas de defensa comercial norteamericanas y estudiar las posibilidades de respuesta. La Comisión Europea presentará de nuevo una propuesta, que hasta ahora no ha encontrado suficientes apoyos, para que la Comunidad disponga de armas comerciales de respuesta.

La propuesta inicial de la Comisión pedía la mayoría cualificada en el Consejo de Ministros para bloquear las medidas de defensa recomendadas por los servicios comunitarios. La propuesta matizada que presentará hoy se conforma con la mayoría simple, que constituiría un gran progreso respecto a la minoría de bloqueo que les basta ahora a los países dispuestos a evitar la sanción contra los enemigos comerciales.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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