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La Iglesia italiana acusa al Gobierno de abrir mucho la puerta a la inmigración

La Conferencia Episcopal Italiana (CEI) responsabiliza al Gobierno de las situaciones penosas que vive un buen número de los inmigrantes procedentes, sobre todo, de países del Tercer Mundo. "Italia ha abierto demasiado las puertas, más de lo que le permitía su capacidad de acogida", ha dicho Giovariní Cheli, presidente del Consejo Pontificio de los Emigrantes, con motivo del Día de la Emigración, que se celebra el próximo domingo.El padre Bruno Mioli, el técnico que dirige la oficina pastoral de inmigrantes, fundación de la CEI, ha abundado en la materia con estas palabras: "La ley Martelli ha fracasado en muchísimos aspectos. Es una ley buena sobre el papel, pero no cuando se la pone en práctica".

La legislación vigente en Italia en materia de inmigración lleva el nombre del ministro de Justicia, el socialista Claudio Martelli, que la propuso, y que fue aprobada por el Parlamento hace dos años. La norma permite al Gobierno fijar un cupo anual de inmigrantes, de acuerdo con las posibilidades de acogida del país; establece que ningún extracomunitario podrá entrar en Italia si carece manifiestamente de medios para su sustento y sanciona el derecho a la asistencia sanitaria de los inmigrados.

Mioli reprocha a la ley que ha creado desorden al transferir competencias a las autoridades locales y que "no ha logrado eliminar la realidad de los inmigrantes clandestinos". "Una situación que no debería existir es la de los inmigrantes sin futuro. Sería mejor devolverlos", razona el sacerdote. Según datos de la CEI, en Italia hay 859.571 inmigrantes legales y entre 200.000 y 300.000 clandestinos. Martelli sostiene que el error no está en su ley.

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