Las elecciones en Líbano agudizan la división entre cristianos y musulmanes
Nubarrones de incertidumbre se cernían ayer sobre el horizonte político de Líbano después de que el boicoteo cristiano de las elecciones abriese las puertas del Parlamento a los fundamentalistas musulmanes y sus aliados apoyados por Siria. El rasgo más llamativo del cuadro que emerge tras el controvertido proceso electoral es una nueva división entre cristianos y musulmanes. Automarginados, los cristianos se aprestan a dar batalla y su estrategia, de momento, consiste en internacionalizar la disputa.Como en sus peores tiempos, Beirut volvió a estremecerse con las explosiones de granadas y largas descargas de fuego automático. Pero ésta vez se disparaba al aire y en vez de miedo lo que había en las calles era algarabía. Pocos minutos después de conocerse los resultados de la tercera y última ronda de votación en el sur del país, los musulmanes shiíes del Movimiento Amal y sus aliados del radical Hezbolá tomaron las calles. Proclamaban a gritos una victoria inédita: el electorado musulmán ha dado la espalda a la política tradicional y se ha hecho con parlamentarios para reemplazar el obsoleto sistema legislativo electo hace 20 años. Y lo que para ellos es igualmente importante: los musulmanes y los sectores cristianos que siguen la línea de Siria han aplastado con sus votos el intento maronita de sabotear las elecciones.
Sin embargo, todo parece indicar que tarde o temprano el resultado puede dar la razón a quienes sostienen que la democracia, en lugar de unir a los libaneses, va a profundizar las diferencias que hace, 17 años empujaron al país a la guerra civil. Los mismos cristianos maronitas que propiciaron el boicoteo estaban ayer comenzando a dudar de la validez de su discurso ahora que el proceso resulta a todas luces irreversible y que el equilibrio de fuerzas en el Parlamento ha experimentado un cambio histórico. Las previsiones indican que al menos ocho de los 128 escaños estarán controlados por el proiraní Hezbolá y que la mayoría de los asientos asignados al sur del país -22 en total- estarán ocupados por fuerzas leales a Nabih Berri, el dirigente shií de Amal.
Fin de la marginación
Además de un revés a la oposición cristiana, el triunfo de Amal y Hezbolá supone un duro golpe a los sectores tradicionales de la comunidad shií, históricamente relegada al último peldaño de la escala social. El más elocuente resultado de que la mayoría shií del sur quiere representantes nuevos fue el arrollador triunfo de Berri sobre su mayor rival, el ex presidente del Parlamento Kamal al Asaad (82.300 votos contra 18.604, según resultados provisionales conocidos ayer). Eufórico, Berri proclamó el fin de "400 años de control feudal" y, en un gesto que augura una estrategia innovadora en el Parlamento, reiteró que Amal luchará con el Hezbolá y sus aliados a fin de catapultar la, cuestión de la ocupación israelí en el sur y la grave crisis económica.El primer producto del proceso electoral puede ser la reestructuración del Gobierno, ya que el primer ministro suní Rachid Al Sohl se salvó apenas de ser derrotado en Beirut. Según algunos informes extraoficiales, el presidente Elías Haraui pretende promover como sucesor de Al-Sohl al multimillonario saudi-libanés Rafik Hariri, en la creencia de que su popularidad local y sus contactos internacionales van a contribuir a la puesta en marcha de innumerables proyectos de recuperación económica.
La oposición cristiana va a tener una última oportunidad de entrar al Parlamento el próximo mes, cuando se celebren las elecciones en la región de Keserúan, al norte de Beirut. La votación allí fue suspendida hace 10 días por falta de candidatos. No se sabe con exactitud si los políticos más radicalizados, dirigidos por la Falange de Georges Saade y la milicia Fuerzas Libanesas de Samir Geagea van a ceder en su postura de no votar mientras Siria mantenga tropas en Líbano. Los falangistas ya han dicho que no piensan participar en el próximo Gobierno.
