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Tribuna
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El retoque

La Constitución, ni tocarla.La Constitución, ni tocarla, ni retocarla. Nadie está legitimado para retocar la Constitución, excepto quien la aprobó en referéndum, que es el pueblo. Nadie, ni siquiera las cámaras. Del Rey abajo, todas las instituciones y todas las representaciones del Estado deben su naturaleza y su reconocimiento a la Carta Magna, y carecen de potestad -siquiera sea moral- para cambiarle ni una coma.

Un retoque a la Constitución, aunque consistiera en cambiar una sola coma o un solo acento, modificaría su contenido y ya seria distinta a la que fue aprobada aquel histórico 16 de diciembre de 1978. A veces una coma o un acento destrozan un texto hasta hacerle sangre. En el teatro clásico hay un personaje que dice: "Señor, muerto está; tarde llegamos". Una mecanógrafa a la que encargaron transcribir el drama puso las comas y los acentos donde le dio la gana, y el actor a quien correspondía el papel hubo de declamar: "Señor muerto, ésta tarde llegamos". Incluso dos simples letritas pueden dislocar el sentido de un texto y situarlo en sus antípodas: ésa es justo la distancia que media entre el sí y el no.

Cada cuatro años decidimos por sufragio universal quién nos debe representar en las cámaras, aceptamos que la mayoría gobierne según su leal saber y entender, y pacte, legisle, organice y, en definitiva, aborde cuantas reformas convengan al mejor fin de la cosa pública. Pero hasta ahí llegamos, y ni las cámaras ni el Gobierno tienen permiso para retocar la Constitución, al objeto de que donde dice digo diga Diego.

Los acuerdos de Maastricht serán interesantísimos, tal como afirma el presidente; mas si requieren cambiar la Constitución, uno ya duda que interesen tanto. De momento, alguien debería explicar este asunto. Bien clarito, con pelos y señales, con puntos y comas.

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