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Ocho ex repúblicas soviéticas suscriben el desarme pactado con la Alianza Atlántica

Las ocho principales antiguas repúblicas soviéticas suscribieron ayer en la capital noruega el acuerdo sobre desarme convencional en Europa (CFE) firmado en su día por la URSS. Esta decisión supuso un alivio para los occidentales, que temían que el hundimiento del imperio soviético comportara un parón del proceso de reducción de armamentos y el reparto de las armas del Ejército Rojo avivase las tensiones entre aquellos herederos que se disputan sus despojos.

El secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Manfred Wörner, no dudó en afirmar: "Esto es un paso importante para nuestra seguridad común y el futuro del control del armamento, el desarme y las medidas de mutua confianza". "La entrada en vigor del tratado", señaló el embajador español ante la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE), José Antonio San Gil, "pondrá límites a la libertad de decisión de cada Estado en materia militar".San Gil sustituyó ayer al ministro Francisco Fernández Ordóñez, aún enfermo, en la presidencia honorífica de la tercera reunión del Consejo de Cooperación del Atlántico Norte, un foro de diálogo que reagrupa a los 16 miembros de la OTAN y a 20 países de Europa oriental y de la antigua URSS. Georgia asistió ayer, por primera vez, a este foro, al que se invitó a Albania a adherirse.

En la reunión participaron también los ministros de Asuntos Exteriores de Armenia y Azerbaiyán, dos repúblicas enfrentadas por el enclave de Nagorni Karabaj, cuya pelea protocolaria retrasó 50 minutos la firma del CFE. Wörner les hizo un llamamiento instándoles a resolver pacíficamente su disputa y el secretario de Estado adjunto norteamericano, Lawrence Eagleburger, fue incluso más allá, y pidió el envío a aquel territorio de observadores de la CSCE.

Diseñado en un principio para evitar un ataque sorpresa soviético contra Europa occidental, el acuerdo sobre desarme convencional fue firmado en París en noviembre de 1990 entre la OTAN y el Pacto de Varsovia, pero la desaparición de la Unión Soviética ha impedido hasta ahora su puesta en práctica en los cuatro millones de kilómetros cuadrados que abarca.

Junto con las ocho repúblicas ex soviéticas, otros 21 países suscribieron ayer la versión actualizada del tratado CFE, que implica un reparto entre los miembros de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) del armamento convencional de los ejércitos soviéticos hasta ahora en manos de Rusia y Ucrania. Éste era el principal escollo a resolver.

De los 13.150 carros de combate que la URSS poría conservar, según el acuerdo CFE, Rusia se quedará con casi la mitad -6.400 frente a los 4.000 que poseerá Alemania y los 1.300 de Francia- y otro tanto ocurrirá con las 13.175 piezas de artillería, mientras ese porcentaje será algo superior con relación a los 20.000 vehículos de transporte blindados.

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España fue, el 1 de junio, el antepenúltimo país de la OTAN que entregó los instrumentos de ratificación del tratado, y ayer los occidentales hicieron un llamamiento a las nuevas repúblicas ex soviéticas para que lo ratifiquen antes de la cumbre de la CSCE en Helsinki prevista para principios de julio. En círculos diplomáticos se duda, sin embargo, que estos regímenes con larga tradición burocrática y escasa experiencia parlamentaria sean tan diligentes.

El CFE es el último de los acuerdos de desarme suscritos con la extinta URSS que no había sido aún puesto al día. El 23 de mayo, Estados Unidos y las cuatro potencias nucleares de la CEI -Rusia, Ucrania, Bielorrusia y Kazajstán- firmaron una actualizacón del acuerdo START, que prevé una reducción del 50% de los arsenales estratégicos.

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