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Crítica:JAZZ
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El juez infalible

Steve Lacy no ha tenido ni un momento de debilidad a lo largo de su carrera. Su trayectoria ha sido tan recta como el instrumento al que ha decidado toda su vida. El saxo soprano ha luchado a brazo partido contra él desde los primeros años cincuenta intentando retener algún secreto, pero al final ha claudicado ante el talento y la voluntad y le ha descubierto sin cicatería todas sus posibilidades. El soprano le ha elegido representante ideal para entrar por la puerta grande de las más valiosas formas contemporáneas.Cualquiera que hubiera alcanzado el rango de maestro soberano de un instrumento tan desabrido y caprichoso, se vengaría de los duros años de estudios arrancándole floridos pasajes de puro virtuosismo y disfrutaría dejándolo extenuado después de cada solo. Desde luego, no es ésa la actitud de Lacy. Él le permite respirar con naturalidad, maneja sus llaves con la ponderación y rectitud del juez ,infalible y le hace pronunciar frases sencillas pero solemnes, con una entonación sencilla y matizada.

Steve Lacy Sextet

Steve Lacy (saxo soprano), Steve Potts (saxos alto y soprano), Irene Aebi (violín y voz), Bobby Few (piano), Jean- Jacques Avenel (contrabajo) y John Betsch (batería).Madrid. Galileo Galilei. Aforo lleno. Entrada libre. 4 de junio.

Pero tampoco desea llevar la; voz cantante. Para eso está en el sexteto Irene Aebi, una dama que a muchos exaspera por su tendencia al trino histriónico y algunos toleran porque, al menos, sirve para exponer los poemas que tanto les interesan a ella y al líder. Cuando calla la Aebi se oye al formidable Steve Potts, un coloso de los saxofones alto y soprano que lanza destellos incluso desde la sombra en la que voluntariamente se ha recluido. También hacen jazz de hoja perenne el pianista Bobby Few, tan suculento cuando construye un solo basado exclusivamente en acordes como cuando destila disonancias monkianas por los cuatro costados; el contrabajista Jean-Jacques Avenel, un sonido rotundo al servicio del swing atemporal, y John Betsch, un batería, por fin, con vocación de actor secundario.

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