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La reordenación de la Puerta del Sol lavó la cara a un edificio en ruina

Javier Casqueiro

La polémica reordenación de la Puerta del Sol en 1986, cuando fueron rehabilitados los edificios y modificada la plaza con las famosas farolas-supositorio, permitió lavar la cara con pintura a una casa, entonces en estado deplorable, que fue declarada ayer en ruina. El PSOE, que. gobernaba a la sazón el Ayuntamiento, pide ahora expropiar el inmueble para evitar la especulación del patrimonio de la ciudad y favorecer a los inquilinos.

En la Gerencia Municipal de Urbanismo no existe ninguna denuncia, ni de inquilinos ni de los cinco locales comerciales (entre ellos la librería San Martín o la lotería La Pajarita), por deficiencias del inmueble número 6 de la Puerta del Sol.El Ayuntamiento declaró ayer en ruina este edificio, que tiene un bajo y cuatro plantas, e hizo caso omiso de las críticas de IU, el PSOE y de los actuales arrendatarios. IU denuncia "la especulación e inhibición municipal ante la destrucción del patrimonio histórico de la ciudad". El PSOE pide la expropiación para respetar a los inquilinos, evitar la especulación y proteger también el patrimonio.

Hace un año, la empresa inmobiliaria Lojona, SL, compró la casa por 80 millones de pesetas al anterior propietario, una persona mayor, para rehabilitarla y comercializarla en oficinas. Esta casa vale en estos momentos más de 100 millones de pesetas tanto por su ubicación como por su catalogación artística, inscrita en el nivel de máxima protección.

Pero esta casa pudo ser comprada hace más de seis años por el Ayuntamiento a través de la Empresa Municipal de Vivienda (EMV), que sólo ofreció 20 millones.

Este error municipal, como se califica ahora en la Gerencia de Urbanismo, ha provocado los conflictos actuales. En el año 1986, cuando se inició la remodelación de la Puerta del Sol, se tocaron y modernizaron todas las casas que circundan la plaza menos ésta.

En este inmueble se pintó la fachada del mismo color que el resto. Gerencia ha rescatado el informe técnico en donde se explica que el edificio no se podía rehabilitar como los demás porque precisaba una actuación mucho más profunda.

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La empresa Lojona comunicó hace ocho meses al Ayuntamiento que el edificio se caía y corría grave riesgo de derrumbe. Desde entonces hasta el mes pasado, cuando se procedió al desalojo, los arrendatarios se negaron a aceptar todas las notificaciones municipales. La propiedad se ha comprometido a realizar una oferta para que los antiguos inquilinos regresen, aunque con una renta revisada.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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