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Yeltsin sacrifica a su principal asesor para contener el acoso de sus detractores

El presidente de la Federación Rusa, Borís Yeltsin, decidió ayer destituir al primer viceprimer ministro, Guennadi Búrbulis, su mano derecha en los últimos tiempos. La caída del número dos del Gobierno ruso muestra hasta qué punto ha tenido que llegar Yeltsin en sus concesiones para afrontar con éxito la prueba a que le someterá a partir del lunes el Congreso de los Diputados del Pueblo, donde las fuerzas conservadoras tienen un gran peso.

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Aunque el propio Yeltsin ha insistido últimamente en que no iba a cambiar el Gobierno, lo cierto es que lo ha modificado de manera sustancial en vísperas de la sesión parlamentaria. Primero, cayó el viceprimer ministro Serguéi Shajrái, con el argumento de que iba a ser más útil como parlamentario que siguiendo en el Gobierno, ante la amenaza de que se le impusiera la incompatibilidad de cargos.El jueves, Yegor Gaidar cedió la cartera de Finanzas, aunque siguió al frente de la reforma económica como primer viceprimer ministro, después de que la víspera el presidente norteamericano, George Bush, anunciara que Occidente iba a conceder un paquete de ayuda por valor de 24.000 millones de dólares (más de dos billones de pesetas).

Ayer se anunció el cese del otro primer viceprimer ministro para el próximo día 14, aunque seguirá en el cargo de secretario de Estado. De los cuatro hombres clave del Gobierno ruso, sólo el responsable de los temas sociales, Alexandr Shojin, se mantiene en su puesto.

El apoyo vital de Rutskói

Guennadi Búrbulis no goza de grandes simpatías entre los sectores más firmemente democráticos, pero también ha sido blanco de los ataques de sectores conservadores, incluido el que encabeza el vicepresidente ruso, Alexandr Rutskói, cuyo apoyo sigue siendo en estos momentos vital para Yeltsin. La incógnita sobre el cese de Búrbulis es si se trata de una jugada. táctica en tiempos en que el Gobierno está catastróficamente perdiendo popularidad o si éste es el precio por el primer desacuerdo con Yeltsin, es decir, por haber mostrado su preferencia por el proyecto de Constitución de Anatoli Sobchak, que concibe al presidente de la república sólo como un coordinador de los tres poderes del Estado.Dicen que Búrbulis fue uno de los coautores de la idea de abandonar la arena del Sóviet Supremo de la URSS y pasarse al Parlamento de Rusia, que culminó con la elección de Yeltsin a la cabeza de este órgano.

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Yeltsin y Rustkói aparecieron juntos el fin de semana pasado en un acto público tras meses de distanciamiento, como muestra de un nuevo entendimiento. Rutskói, que a lo largo de tres meses ha lanzado ácidas críticas contra el Gobierno, afirmó el miércoles que la dimisión de éste "crearía un peligroso vacío de poder", lo que se interpretó como el anuncio de que no iba a sumarse a las peticiones de renuncia en pleno del Gabinete que efectuarán varios grupos parlamentarios.

El nuevo clima de entendimiento entre los dos políticos se ha manifestado también esta semana en el endurecimiento de la política militar mostrado por Yeltsin. Después de tomar el miércoles bajo la jurisdicción de Rusia a las tropas desplegadas en la conflictiva república de Moldavia, el presidente pasó ayer bajo su control las tropas guardafronteras en la Transcaucasia (Armenia, Azerbaiyán y Georgia) y lanzó una fuerte advertencia a Ucrania al anunciar que iba a quedarse con la Flota del Mar Negro si los ucranios persistían en su intención de "modificar su situación unilateralmente".

Rutskói, general del Aire y héroe de Afganistán, voló ayer a Crimea para mostrar su firme apoyo a la Armada en su pugna con Ucrania.

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