Un famoso desconocido
Quino es considerado el más importante dibujante de habla española. Las palabras de sus personajes han sido traducidas a decenas de idiomas; y a la agencia radicada en Milán que defiende sus derechos de autor en toda Europa le resulta complicado contabilizar las variopintas reproducciones de Mafalda en camisetas, llaveros, insignias, toallas, y, por supuesto, libros. Sólo en España, se venden 100.000 ejemplares al año -en castellano, catalán, gallego y vascuence-; además de otras decenas de miles que reproducen los dibujos de Quino sin Mafalda.
Y, pese a todo, es un ídolo desconocido. Se puede pasear con él por Madrid sin que nadie se vuelva para decir: "Es Quino, el de Mafalda". Y lo mismo ocurre en Buenos Aires, en uno de cuyos diarios, Clarín, publica un dibujo cada semana. Sin embargo, ¿quién no se le sabe? Por ej emplo, resulta fácil pensar que es muy de Quíno. su manera de saludar a una joven que acaban de presentarle: "Encantado", dice él. "Más encantada estoy yo", dice ella. Y zanja Quino: "Pues tú a encantado no me ganás".
O cuando cuenta que quiere vivir en Madrid: "Ya conozco más o menos las zonas, pero no sus ideologías".
En enero de 1990, consiguió la nacionalidad española, después de esperar a que se muriera Franco y tras un intento infructuoso en el consulado de Milán, donde le atendió una funcionaria desagradable. Desde entonces ha querido residir en Madrid, pero unas intervenciones quirúrgicas retrasaron su llegada con todos los bártulos. Lo intentará de nuevo en 1992.
En España le esperan buenos amigos, como Joan Manuel Serrat y Alberto Cortez; y se muere de ganas por conocer a Antonio Gades, cuyo espectáculo le emocionó un día en Buenos Aires.
Le esperan también todas las cosechas de Rioja. Él ama tanto el buen vino como Mafalda odia la sopa.