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Montjuïc, el víento, Nebiolo y el Papa

Es un montaje parecido al del Comité Olímpico Internacional (COI), pero en pequeño. Allí estaban el máximo pope del atletismo mundial, el incombustible Primo Nebiolo, rodeado de la plana mayor del Gran Premio, incluida una graciosa señorita representante de la firma Mobil, que es la que paga todo el tinglado.Nebiolo, con el estilo de los grandes mandatarios tipo Samaranch, fue respondiendo las preguntas de los medios de comunicación con la sabiduría y parsimonia de quien siempre dice lo mismo a un auditorio que está harto de oír sus explicaciones. "Se equivoca, señor, la reunión ha sido esta mañana, no ayer". "¿Quejas de los organizadores?, comentarios, rumores, palabras, yo no he oído quejarse a nadie".

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Y, sin quererlo, sin darse cuenta, alude a Juan Antonio Samaranch, presidente del COI, cuando, en respuesta a la pregunta "¿Cree usted que ésta será la mejor final del Gran Premio?", sentencia: "Al terminar un acontecimiento de esta envergadura, los directivos del deporte siempre decimos que ha sido el mejor de todos los tiempos. Esperemos que éste de Barcelona sea, al menos, uno de los mejores".

Cuando este periódico le pidió que acabara de una vez con la tesis de que en la pista de Montjuïc es imposible conseguir récords por el dichoso viento, Nebiolo se soltó el poco pelo que le queda y dijo: "Cuando inauguramos ese estadio con la V Copa del Mundo [9 de septiembre de 1989] hubo tempestad, tifón y lluvia y, sin embargo, logramos marcas fantásticas. Corrimos bajo un tiempo infame y conseguimos muy buenos tiempos. La pista es muy buena e igual para todos. Mañana [por hoy] hablaré con el Papa y espero que el viento no sea desfavorable para mi amigo Michael Johnson, que así podrá correr los 200 metros en l9,8s".

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