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Solo y por la espalda

Los hinchas violentos han cambiado la estrategia de sus ataques

Carlos Marcos

Mientras los jugadores del Atlético celebraban la consecución de la Copa en el césped del Bernabéu, un joven de 23 años, Eufrasio Alcázar, ingresaba en un hospital con una herida de arma blanca de 15 centímetros de profundidad. Al joven le rodearon cuatro personas y, al grito de "maldito indio", le golpearon y acuchillaron por la espalda en una boca del metro cercana al estadio. Este año se ha producido un cambio en la actuación de los grupos violentos: los incidentes no se producen en el estadio, los agresores esperan fuera.

El giro radical en las estrategias de ataque de los grupos violentos ha creado cierto desconcierto en las fuerzas de seguridad, ya que es muy difícil controlar a los grupos ultras en las inmediaciones de los estadios, una vez finalizado el partido. Los agresores incluso no acuden al campo a presenciar el encuentro; esperan fuera premeditadamente para atacar a un rival solitario.Los últimos hechos ocurridos tras la final de la Copa del Rey, en los alrededores del estadio Santiago Bernabéu, han corroborado la teoría de que los hinchas violentos prefieren esperar a que finalice el partido para perpetrar sus ataques.

Al menos dos jóvenes tuvieron que ser atendidos en el departamento de urgencias del madrileño hospital de La Paz por lesión de arma blanca. "Me han dicho los médicos que la recuperación del chico ha sido espectacular, porque al principio se temía por su vida", dice Mercedes, la madre de Eufrasio Alcázar que se recupera de una herida en el costado y de una posible anemia producida por la pérdida de sangre.

Aunque Eufrasio no tiene certeza de quiénes pudieron atacarle, señala con gesto de resignación: "Hombre, al grito de 'maldito indio', ¿quién van a ser?". A Eufrasio, que estudia para técnico de salud ambiental, le ha molestado ser "tristemente famoso". "Fue una cobardía", dice "me rodearon entre cuatro y después de golpearme e insultarme, sentí un fuerte golpe en el costado. Cuando puse la mano en el costado vi que estaba sangrando. Perdí un litro de sangre".

Pero las agresiones que se han producido fuera de los recintos puramente deportivos han sido práctica habitual durante la temporada. El primer caso ocurrió a principios de año cuando jóvenes del grupo Boixos Nois -afición radical del Barcelona- asesinaron cerca del estadio de Sarrià al aficionado francés Frederic Rouquier, seguidor del Español.

En la UVI

En Madrid, los atacados han sido siempre seguidores del Atlético. En febrero se produjo el primero, en la persona de Eduardo Andrés, hijo de Rafael Andrés Mombiedro, presidente del Comité Superior de Disciplina Deportiva. Eduardo, de 18 años, fue atacado por presuntos miembros de los Ultra Sur, el grupo de hinchas del Real Madrid, a la salida del encuentro Atlético de Madrid-Valladolid.Unos meses más tarde, Eduardo Zarcedo Gallego, de 17 anos, permaneció ocho días en la UVI del hospital debido a las heridas producidas en una pelea. Eduardo, miembro del grupo ultra, Frente Atlético, presenció tranquilo el partido que su equipo disputó en el Calderón ante el Athletic de Bilbao. Después se trasladó a una discoteca a celebrar el triunfo con una bufanda de su equipo. A la salida fue atacado por cuatro o cinco personas que le dejaron inconsciente en la calle.

A pesar de los tristes incidentes y de la terrible experiencia que han sufrido estos jóvenes aficionados, los agredidos no renuncian a animar a su equipo en directo. "Pienso seguir yendo a alentar a mi equipo. Y si me tengo que trasladar a otro campo para apoyarle, lo haré", señala Eufrasio, aún con los puntos en su costado. Su madre, sin embargo, no comparte la opinión de su hijo: "Esto se está complicando mucho, estas actitudes en gente joven no son normales".

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

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