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Los hombres de Fidel

Una sorda batalla por el poder se desarrolla en Cuba ante el IV Congreso de los comunistas

Antonio Caño

Tendencias de distinto signo conviven actualmente en el socialismo cubano y libran una sorda pero conocida batalla de cara a la celebración del IV Congreso del partido comunista. Ninguna de ellas significa todavía una clara esperanza de renovación democrática, pero sí simbolizan las contradicciones surgidas en la isla tras la desaparición del bloque socialista. Pese a las dificultades de identificación de estas corrientes, la mayoría de los observadores coinciden en resumir esa tímida alternativa en Carlos Aldana.

Carlos Aldana, a quien sería exagerado e incorrecto denominar el Gorbachov de Cuba, simboliza en la actual coyuntura de la isla una cierta búsqueda de caminos nuevos, más realistas, menos ideológicos, más debatidos y menos personalistas.Carlos Aldana ha ascendido vertiginosamente en el plazo de tres años, hasta convertirse en secretario del Comité Central del partido. En ese cargo ha concentrado poderes que le permiten ser considerado el número tres del escalafón de mando, por detrás de los hermanos Castro, y ha ganado la autonomía, suficiente para defender sus posiciones por sí solo y en público.

Nunca se han escuchado de boca de Aldana, de alrededor de 50 años de edad, discrepancias con la posición marcada por el presidente Fidel Castro, pero sí precisiones que desvelan su tendencia hacia el aperturismo económico y hacia una forma de entendimiento con ciertos sectores de la comunidad cubana de Miami.

Como corresponde al meticuloso equilibrio de poder en Cuba, el ascenso de Aldana ha provocado en un plazo de menos de un año la elevación del nivel de otro alto dirigente vinculado a la tendencia más ortodoxa, José Ramón Machado Ventura. Algunas fuentes opinan que, actualmente, Machado va una cabeza por delante de Aldana, ya que, como jefe del comité de cuadros del partido, es el encargado máximo de la preparación del IV Congreso. Los cubanólogos encuentran, además, una cierta significación en el hecho de que Machado apareciera sentado a la derecha de Fidel Castro en la reciente celebración del 30º aniversario de playa Girón.

Aldana y Machado representan, en todo caso, los dos principales grupos que luchan por las posiciones de privilegio en el seno del partido. Los que podríamos llamar reformistás, o los que otros llaman reformistas chinos, opinan que una apertura controlada al estilo del gran país socialista de Asia no supone amenaza alguna para el mantenimiento del sistema. Este sector considera que hay, que superar los métodos heredados de la burocracia soviética y abrir el partido y la sociedad a la discusión con el objetivo de hacer el régimen más eficaz y más popular. Algunos observadores creen ver detrás de este grupo el nacimiento muy incipiente de una generación de tecnócratas socialistas.

Los ortodoxos -que se reconocen a sí mismos con ese nombre- sostienen que la única solución para el régimen cubano es la aplicación estricta de los principios del socialismo. Su posición es la de que el socialismo ha fracasado en otros países porque se ha aplicado mal. Son los autores de la consigna "en defensa de nuestro socialismo" y temen que cualquier forma de apertura hacia soluciones más liberales suponga la destrucción automática del sistema.

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La decisión de Fidel

Aparte del acto conmemorativo de playa Girón, no hay síntomas de que Fidel Castro se haya inclinado todavía claramente por una u otra tendencia. En el mismo discurso de ese día, el presidente cubano advirtió que no habrá ningún tipo de concesiones en los principios, pero que el Gobierno no será dogmático en la lucha contra la crisis económica; claramente, un mensaje para cada sector.

Si no Fidel Castro, Aldana tiene, al menos, un aliado de gran peso en la cúspide del partido, el general Raúl Castro, de quien fue secretario privado durante varios anos y a quien le une una buena amistad personal.

El papel exacto que Raúl Castro juega en el esquema de poder cubano es una de las mayores incógnitas en 32 años de revolución, pero lo que sí se sabe es que, desde la crisis del fusilamiento de Ochoa y el desmantelamiento del Ministerio del Interior en 1989, los hombres de Raúl Castro han ido ganando posiciones netamente.

El último caso importante en ese sentido es el ascenso de Alcibiades Hidalgo al puesto de primer viceministro de Relaciones Exteriores -el ministro en la práctica-.

Personalmente, Raúl Castro es el verdadero criollo de la familia, el más campechano, el más simpático, el más humano, el que se acuerda de la fecha de cumpleaños de los amigos de la juventud. En publico, Raúl es mucho más asequible y fácil de tratar que Fidel.

Aparentemente ambos constituyen el complemento perfecto y, por ahora, un tándem inamovible. Otros veteranos dirigentes, sin embargo, están ostensiblemente en decadencia. El caso más llamativo es el del vicepresiderite Carlos Rafael Rodríguez, a quien su mala salud, su edad avanzada y su trayectoria de eterno comunista prosoviético obligarán seguramente a abandonar el buró político del partido en el próximo congreso.

Con la salida de Rodríguez se confirma el franco declive de la tendencia prosoviética del partido comunista.

En declive

En declive están también conocidos dirigentes como Jorge Risquet, a quien se le ha liberado de sus responsabilidades en la política exterior cubana en África, y el ministro de Cultura, Armando Hart, a quien los problemas de salud y los conflictos constantes con los intelectuales han ido alejando de la posición de privilegio de la que ha gozado hasta ahora.

Tampoco significa mucho en el interior del Partido Comunista de Cuba (PCC) una cuarta tendencia que podríamos llamar los fidelistas a ultranza, y que se identifica con aquellos que esconden su ineficacia y su burocratismo en la lealtad sin paliativos a Fidel Castro.

Fidel Castro prefiere hoy a la gente más dinámica, a la que intenta inyectar nuevas energías a una sociedad muy desmotivada. El prototipo de esa idea es uno de los personajes de más auge en los últimos años, Roberto Robaina, secretario general de la Unión de Juventudes Comunistas, miembro suplente del buró político desde hace dos años y, con seguridad, miembro efectivo del mismo órgano a partir del próximo congreso.

Robertico, como se le conoce popularmente en Cuba, ha conseguido con fiestas y conciertos musicales que los jóvenes vuelvan a llenar las plazas, ha empapelado La Habana con eslóganes optimistas, y Fidel Castro está entusiasmado con su trabajo.

De ninguno deéstos nombres se puede esperar una pronta declaración a favor del pluripartidismo o de la economía mixta, pero son exponentes de un movimiento interno, que es por donde, según muchos analistas, tendrá que llegar el camblio en Cuba si se quiere que éste sea pacífico.

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