Cartas al director

Bernhard y la guerra

La han llamado la guerra de las televisiones. La han llamado la guerra de los satélites y reporteros. La han llamado la guerra del anonimato. También es la guerra de la imaginación, la guerra de quién lee mejor entre líneas durante los telediarios y de quién especula con mayor entusiasmo sobre la situación verdadera en ese lugar llamado el Golfo.Rodeada de periódicos, radios y televisores a todo volumen, leí unas palabras de Thomas Bernhard:

"Durante largo tiempo estuvimos, condenados a la inactividad, de pie ante los gigantesecos montones de escombros humeantes... vi todo el desamparo ...

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La han llamado la guerra de las televisiones. La han llamado la guerra de los satélites y reporteros. La han llamado la guerra del anonimato. También es la guerra de la imaginación, la guerra de quién lee mejor entre líneas durante los telediarios y de quién especula con mayor entusiasmo sobre la situación verdadera en ese lugar llamado el Golfo.Rodeada de periódicos, radios y televisores a todo volumen, leí unas palabras de Thomas Bernhard:

"Durante largo tiempo estuvimos, condenados a la inactividad, de pie ante los gigantesecos montones de escombros humeantes... vi todo el desamparo de los que de pronto penetran sin transición en la guerra, al hombre completamente sometido y humillado que, de súbito, cobra conciencia de su desamparo y falta de sentido".

"En esa época me vi enfrentado en la ciudad con cientos de los llamados inválidos de guerra, mutilados en los campos de batalla, y tuve conciencia de toda la estupidez y abyección de la guerra y de la miseria de sus víctimas."

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Y así fue cómo comprendí, por poco tiempo, al soldado americano, al soldado iraquí, a aquellos otros desconocidos que, solos con el peso de su soledad, esperan que todo esto termine.-

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