España sólo dio buena imagen con los reservas

En plena cuesta de enero y de crisis generalizada, la federación ofreció anoche fútbol de rebajas. Abrió la tienda en Castellón, una plaza poco habitual de la selección y, por tanto, ávida de contemplar a personajes rnitificados por los medios de comunicación. El negocio le salió redondo porque entre los derechos de televisíón, publicidad estática y taquíllaje se embolsó más de 100 millones de pesetas. La excusa para la operación rnercantil era preparar a los chicos de Luis Suárez con vistas al trascendental encuentro que España debe disputar a Francia, el 20 de febrero, en París, de clasifica...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

En plena cuesta de enero y de crisis generalizada, la federación ofreció anoche fútbol de rebajas. Abrió la tienda en Castellón, una plaza poco habitual de la selección y, por tanto, ávida de contemplar a personajes rnitificados por los medios de comunicación. El negocio le salió redondo porque entre los derechos de televisíón, publicidad estática y taquíllaje se embolsó más de 100 millones de pesetas. La excusa para la operación rnercantil era preparar a los chicos de Luis Suárez con vistas al trascendental encuentro que España debe disputar a Francia, el 20 de febrero, en París, de clasificación para la Eurocopa-92.Y nada mejor que enfrentarlos a Portugal, cuyas características de juego son diametralmente opuestas a las de los hombres de Michel Platini, que no se desplazó a Castellón y envió a su ayudante Gerard Houllier. El ensayo estaba condenado al fracaso de antemano, porque a estas alturas del campeonato liguero y en vísperas de un Barça-Madrid, nadie arriesga la pierna.

Con Martín Vázquez en su paraíso italiano, Suárez hizo debutar en el presunto equipo titular a Vizcaíno, recuperó al dúo Manolo-Butragueño y dio la "manija" a Michel, incrementando el apoyo en el centro del campo con Quique y Goikoetxea. Detrás se inclinó por dos marcadores, Alkorta y Sanchis, con la misión de vigilar a Futre y Rui Aguas, respectivamente, con Hierro guardándoles las espaldas.

La probatura no dió resultado porque psicológicamente nadie tenía ganas de jugar revolucionado y nadie asumió la responsabilidad de canalizar el juego. Portugal, sin Semedo y Souto, utilizó la táctica que tanto le gusta a su excelente técnico Artur Jorge: presionar en el centro del campo y salir rápidamente al contraataque. De esta forma tan sencilla neutralizaron los portugueses el deslavazado y engañoso juego de los hombres de Suárez.

Para darle todavía menos seriedad al partido -hay que reconocer que Suárez ya lo había anunciado-, España realizó siete cambios tras el descanso. Nando, Amor, Martín Domínguez -también debutó-, Carlos Villarroya, Moya y Ablanedo tuvieron su oportunidad de figurar en las estadísticas.

España, dirigida por Amor, puso entre las cuerdas a los portugueses y su premio fue el empate que consiguió el oportunista Moya. No hubo más en las rebajas futbolísticas de Castellón.

Archivado En