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CENTENARIO DE CARLO COLLODI, CREADOR DE PINOCHO

Pinocho provoca un debate sobre mentira y literatura

Cadaideología barre para casa a la hora de interpretar el personaje

Juan Arias

JUAN ARIAS Hay quien, tras leer Pinocho a la luz de 1990, sigue pensando que, como todas las obras escritas para niños por los adultos -por ejemplo El principito- en realidad más que para los pequeños acaba siendo interesante para los adultos. Cada lector, y cada ideología, interpretan a su gusto el famoso personaje infantil.

Este centenario de Collodi ha puesto sobre el tapete un aspecto interesante de Pinocho: la mentira. Las semanas pasadas, la revista L'Espresso consultó al respecto a personajes del mundo de las letras y de las artes para preguntarles quién, según ellos, encarna hoy mejor al Pinocho mentiroso.

Y más que la importancia de las respuestas, lo interesante fue que se abrió un debate sobre lo que significa mentira hoy, y sobre la diferencia entre mentira y simulación, entre mentir "por gusto a la mentira" o "por cálculo político" o por "necesidad y desesperación", como Pinocho y como muchos niños.

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Gianni Vattimo, en su respuesta, advierte que en la vida 1a primera gran mentira es pensar que verdad y mentira sean cosas fácilmente separables o que sean fenómenos morales", y añade, tras haber citado a Nietzsche, que "verdad y mentira como hechos morales existen sólo en el marco de las convenciones sociales: dice la verdad el que usa las metáforas aceptadas según las reglas lingüísticas de la sociedad en que vive. No existe verdad o falsedad fuera de las convenciones, de las cuales, a su vez, no podemos decir si son verdaderas o falsas".

Poco estudioso

Carlo Collodi, el mayor de 10 hermanos, era el pseudónimo de Lorenzini, tomado del nombre del pueblo de su madre, una costurera casada con un cocinero. Nacido en Florencia el 24 de noviembre de 1826, murió el 26 de octubre de 1890, a los 74 años.

Quien a sus 52 años iba a dar a luz la novela italiana más conocida en el mundo, Pinocho, no sobresalió en sus estudios en un colegio de los escolapios, que abandonó; pero no por ello había perdido su amor por los libros, y muy joven se puso a trabajar en la librería Piatti de Florencia.

Le gustaba escribir y empezó a colaborar en revistas, y hasta fundó Il Lampione, un periódico político-satírico que pronto le cerró el Gobierno. Tras mil aventuras, sin excluir la militar, Carlo Lorenzini desembarcó en Milán en la casa editorial Sonzogno. En 1860 volvió a Florencia para participar en la Comisión de Censura Teatral. Estimulado por el editor Felice Paggi, empezó a traducir fábulas francesas de Perrault y a escribir libros escolares.

Externamente, el futuro Collodi era un señor pausado y tranquilo, pero en realidad era un personaje agitado y contradictorio, amante del juego y cargado de deudas hasta las pestañas. Y precisamente para hacer frente a sus deudas empieza a publicar cosas propias, entre ellas Los misterios de Florencia, de la que sólo consiguió publicar el primer volumen. Con motivo del centenario de su muerte, todos esos escritos verán la luz.

A los 52 años produjo su obra maestra, que le haría inmortal: Las 7venturas de Pinocho, que había empezado a publicar por capítulos en una revista para niños en 1381 y que después recogió en un volumen en 1883 el editor Paggi.

Y en seguida el simpático y travieso muñeco de madera, con su nariz gigante de mentiroso se ganó el aplauso y el cariño - del mundo entero, fue vestido e interpretado por cada lector a su gusto. Y no pocos han jugado a explotarlo para sus intereses, sean económicos, políticos y hasta religiosos.

Los conservadores lo pintaron como un niño bien; el fascismo lo usó contra el comunismo; en la URSS lo convirtieron en un rebelde proletario; en Estados Unidos, Pinocho era -el hijo de una familia burguesa y feliz. Los británicos recortaron todos sus aspectos sanguinarios; los españoles lo adaptaron a la picaresca, convirtiéndolo en una especie de Quijote infantil. En Italia lo usaron para su 'publicidad política casi todos los partidos, recortándole la nariz según la diversa ideología de los mismos. Y el famoso muñeco de madera ha servido de mascota en el último_ campeonato de fútbol. Y en estos días, el cardenal de Bolonia, Glocamo Biffi, ha lanzado la idea de que Pinocho es nada menos que "una alegoría de la fe" y hasta 11profecíá de un destino de muerte y de resurrección".

Sobre Pinocho se han dividido sociólogos, artistas, directores de cine, escritores y psicoanalistas. Entre estos últimos hay quien ha usado a Freud para analizar al muñeco, viendo en la entrada de Pinocho en el vientre de la ballena el misterio del subconsciente; también hay quienes afirman que la obra de Collodi no puede ser estudiada con los Ojos del psicoanálisis, porque no es una fábula, sino una contrafábula.

Mundo sin normas

Porque, mientras en una fábula la sociedad está ausente y existe sólo el mundo imaginario (aunque al mismo tiempo existen milagrosamente las reglas que permiten al héroe ser justo y virtuoso), en cambio en- Pinocho la sociedad es real y presente, pero las reglas han desaparecido por arte de magia, permitiendo al protagonista moverse con absoluta libertad en un mundo sin normas.

Los más importantes escritores italianos han querido siempre penetrar el misterio de Pinocho, y cada uno lo ha interpretado de modos muy diversos. "En Pinocho todo es claro y oscuro al mismo tiempo", ha escrito Giorgio Manganelli; "es como el mapa de una ciudad: las calles están todas allí, señaladas con claridad, pero siguen miles de itinerarios distintos, escondidos, que cada uno descubre por sí mismo".

. Y lo más increíble es que Pinocho ha gustado a todos: a Benedetti Croce y a Carducei, a Cassola y a Moravia, a laicos y a católicos (un salesiano lo ha traducido al tailandés), a marxistas y a liberales. Para adaptarlo a los propios gustos, Pinocho se ha convertido a veces en Investigador privado, en un héroe pacifista o en un guerrero. Hay quien lo ha hecho hasta un gánster mafioso que después se convierte.

Madera 'al dente'

J. A. La casa editorial Giunti Marzocco, heredera directa de la editorial de Felice Paggi, que editó en 1883 por vez primera Las aventuras de Pinocho, se adelantó en agosto de este año con una exposición biblio -iconográfica titulada Existe Pinocho, que ahora se ha trasladado a Francfort. En ella figuran las tablas originales de los mayores llustradores, como Mazzanti, Chiostri, Mussino, Tofano, Disney, Jacovitte, Topor, etcétera.

Por su parte, la Fundación Collodi de Pescia ha preparado un calendario de actos que se desarrollarán a lo largo de 1991. Dos congresos abordarán el tema de Pinocho en el cine y en la televisión, que está previsto se celebre este mes, y Pinocho en la publicidad, en el mes de marzo del próximo año.

La editorial Nueva Italia publicará una obra sobre el éxito de Pinocho en Alemania y una antología de críticos europeos sobre el muñeco de Collodi preparada por Giorgio Cusatelli, que aparecerá en primavera. También para la próxima primavera está prevista la publicación de un balance de Pinocho en España y Literatura para muchachos en Europa occidental, que prepara la editorial belga Ganna Ottevacre von Praag.

Como clausura de los actos de celebración en Italia del centenario de Pinocho, el pasado lunes se descubrió en Collodi, lugar donde nació la madre de Carlo Lorenzini, que dio origen al seudónimo del creador de Pinocho, un monumento al inmortal héroe de madera.

Otras editoriales preparan una serie de iniciativas encaminadas a descubrir las raíces provincianas de Collodi y de sus escritos, que dieron vida a lo que se ha llamado "el sublime y absoluto Pinocho", un mito que nunca podrá morir porque lleva esa ambigua capacidad de metamorfosis que lo hace reencarnarse en cada generación. Ésa es quizá la y mentira-verdad de Pinocho.

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