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La 'corona de espinas' se inaugura 24 años después del inicio de las obras

El edificio circular de la Ciudad Universitaria, llamado popularmente la corona de espinas a causa de su característica forma, será hoy inaugurado oficialmente, 24 años después de ser acometida su construcción. A pesar de que a lo largo de todos estos años numerosos organismos pugnaron por quedarse con él, finalmente ha sido el Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales el que ha logrado convertirlo en su sede, no sin antes invertir en su recuperación más de 900 millones de pesetas. Un presupuesto muy alto si se tiene en cuenta que la construcción de este edificio costó en su día 86 millones de pesetas.

La Dirección General de Bellas Artes encargó en 1965 a los arquitectos Fernando Higueras y Antonio Miró un proyecto para construir un centro de restauración. El proyecto se basó en el mismo esquema circular utilizado cuatro años antes por el equipo Higueras-Rafael Moneo en un anteproyecto de centro de restauraciones artísticas con el que ambos arquitectos ganaron el Premio Nacional de Arquitectura.El resultado fue un edificio circular, de 40 metros de radio y de cuatro plantas, cuyas obras fueron adjudicadas en 72 millones, presupuesto que posteriormente quedó ampliado hasta los 86 millones de pesetas.

Las cosas fueron mal desde el principio para la 'corona de espinas'. Sólo cinco años después de que los arquitectos recibieran el encargo de realizarlo, en 1970, y cuando sólo quedaban unos meses para concluir el edificio, el recién nombrado director de Bellas Artes, Florentino Pérez Embid, ordenó la reforma del edificio con el fin de convertirlo en Centro Nacional de las Artes y la Cultura. Los planes se vieron frenados cuando tres años después surgieron algunas dudas sobre la seguridad de la estructura. Aunque un estudio técnico determinó que el edificio se encontraba en perfectas condiciones, las obras no se reanudaron.

A partir de ese momento este edificio, uno de los más singulares de Madrid -en 1975 el Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos lo incluyó dentro de los 24 más interesantes de la capital- ha sido prueba visible de la desidia de la Administración. Mientras numerosos organismos pugnaban por quedarse con él para convertirlo en sede la Universidad a Distancia, Rectorado y Biblioteca de la Universidad Complutense y sede del Tribunal Constitucional el de Presidencia de Gobierno, el edificio permanecía abandonado.

La inexistencia de vigilancia, junto a su proximidad al palacio de la Moncloa, permitió a ETA el 21 de febrero de 1980 lanzar desde este edificio una granada que cayó en el cercano helipuerto del palacio presidencial. "A la vista de que ninguno de los proyectos prosperaba el Ministerio de Cultura en 1983 decidió reanudar las obras con la condición de que si luego el inmueble era ocupado por otro organismo, Cultura recuperaría el dinero invertido", aseguró ayer Dionisio Hernández Gil, director del Instituto de Conservación y Restauración de Bienes culturales (ICRBC).

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Finalmente, Presidencia de Gobierno rehusó utilizar el edificio al no ajustarse a sus necesidades y Cultura recibió la definitiva luz verde, lo que permitió volver a pensar en el edificio como sede de un Centro de Restauración.

Hoy, cinco años después, el edificio ha. terminado de ser acondicionado interiormente, aunque falte la urbanización exterior. Los cinco patios interiores están cubiertos por grandes lucernarios y ocupados por grandes jardineras con plantas colgantes; bajo el suelo se ha instalado un sistema de calefacción por hilo radiante; las instalaciones cuentan con dos sistemas de extinción de incendios; se ha abierto una biblioteca con capacidad para 70.000 volúmenes, bajo el patio central, y se ha construido una sala de conferencias con capacidad para 110 personas bajo la escalera principal y un sótano en el exterior del edificio como sala de rayos X.

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