Sobre Celaya y Grosso
Me alegra saber que el poeta Gabriel Celaya, cuyos versos he leído con admiración se recupera en la habitación de una clínica, y que el escritor Alfonso Grosso, de quien digo lo mismo sobre su producción literaria, puede ir superando su depresión. En ambos casos gracias a sendas aportaciones públicas. Sólo me resta añadir que desearía que mi contribución, siempre minúscula, a estas dos causas que me parecen nobles se desviara a satisfacer la necesidad perentoria de cualquier paria que no tenga una clínica Ruber donde caerse muerto, que no haya podido vender su biblioteca por carecer de un solo libro, que no tenga depresiones porque nació y vivió siempre con una a cuestas y, por supuesto, que carezca de una pensión de 90.000 pesetas con la que vivir y morir con dignidad.-