_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Uruguay

Rosa Montero

Acabo de regresar del Río de la Plata, que, como de todos es sabido, es del color del chocolate. En el Río de la Plata, como en tantos otros lugar s de: Latinoamérica, las cosas marchan mal. Ahí está Argentina cuyas desventuras, dignas de un ajustado tango, ocupan un amplio espacio en nuestra Prensa. Menos conocido es, en cambio, el vecino Uruguay, el paisito, un pueblo dulce culto y triste que se vio arrojado del tren de la economía, y de la historia hace 30 años.Uruguay fue el primer país de Latinoamérica que dio el voto a las mujeres; el primero en montar un sistema de seguridad social y en establecer la escolarización obligatoria y gratuita. Es, ya digo, un pueblo de antiguo pedigrí cultural y demócrata. Pero hoy les ha devorado la penuria de tal modo que ni siquiera pueden leer: los libros, en Uruguay son magros, minúsculos folletitos de papel pardo y endebles cubiertas; y los escritores uruguayos saben que sus obras, por magnas que sean en sus cabezas, jamás podrán extenderse más allá de 100 folios, pues de otro modo no se publicarían. Y 100 folios no son nada. Calculen ustedes cuántas novelas culminantes habrían desaparecido de la tierra si sus autores se hubieran visto costreñidos por tan aterradora limitación de espacio.

Se habla mucho de la censura directa; de, las dictaduras y los totalitarismos imponiendo una realidad a sangre: y fuego. Pero ni las organizaciones progresistas ni las finas asociaciones internacionales de escritores han protestado jamás, que yo recuerde, contra la delirante mutilación que supone el no disponer de más espacio que el de un mermado panfletillo. Eso es también, creo yo una suerte de censura. Una censura económica y por ende política. Y mientras tanto, ¡cuánto librote insorportable publicamos en el llamado Primer Mundo! Es el Norte silenciando al Sur; o los poderosos cerrándoles la boca a los indigentes. Como siempre.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_