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FERIA DE LA COMUNIDAD VALENCIANA

Morenito ya es de aquí

Morenito de Maracay puso sitio a Valencia 750 años después de que entrara en ella Jaime I -es decir, el año pasado; por octubre-, la conquistó, refrendó su dominio en el mes de julio siguiente, y después de su triunfo ayer, ya es de aquí. El público taurino valenciano le quiere prohijar. Con un torero que da de sí lo que tiene y corta orejas cada tarde, lo mejor que puede hacer la afición es prohijarlo.Los otros espadas, Juan Carlos Vera y Rafi de la Viña, hijos ciertos de la tierra, tuvieron peor suerte: sus toros no valían para hacer el toreo, en ninguna de sus versiones, excepto la de aliñar y matar. Y a esa versión es a la que hubieron de recurrir, después de exponer mucho la integridad física probando embestidas diestras y siniestras, diversas distancias, el toreo fundamental, el de recurso, lo que se les pudiera ocurrir, entre parones y derrotes de los toros. De la Viña y Vera -que sufrió un tremendo volteretón- estuvieron valentísimos. No se les podía pedir más.

Veiga / Morenito, Vera, Viña

Toros de Veiga Teixeira, con trapío, broncos excepto 4º. Morenito de Maracay: pinchazo, media trasera tendida y descabello (silencio); estocada ladeada (oreja). Juan Carlos Vera: estocada trasera saliendo volteado y cuatro descabellos (silencio); estocada corta descaradamente baja (silencio). Rafi de la Viña: pinchazo delantero, media delantera baja y dos descabellos (silencio); estocada corta caída (palmas).Plaza de Valencia, 9 de octubre. 3ª corrida de la Feria de la Comunidad.

Los toros de Veiga Teixeira, de irreprochable trapío -dentro del lote, y por el mismo precio, un cornalón impresionante, que salió en tercer lugar-, hacían exhibición de su mal genio y durante la lidia se les iba agriando el carácter. A los toros de Veiga Teixeira no había quien les aguantara. Hermanitos de sangre, todos resultaron así de malcarados y retorcidos, salvo el cuarto. Si uno fuera el semental, le pediría explicaciones a la vaca. A ver por qué ese hubo de ser tan distinto, tan boyante, tan parecido a cierto toro negro meano que pasó pavoneándose junto al cercado un atardecer de mayo florido.

El interesado siempre es el último que se entera, en estos casos. Pero al final se acaba por descubrir todo, con pelos y señales. En la lidia, principalmente, se les descubre todo -con pelos y señales- a los toros. La lidia es que los deja desnuditos. Y de esta manera, en el transcurso de los tercios, se pudo advertir que el cuarto toro deshonraba a su padre -el semenatal- porque era sospechosamente noble. Morenito de Maracay, que le quebró un escalofriante par de banderillas (al malo le había quebrado otro similar) lo advirtió antes que nadie y aprovechó para hacerle un toreo de corte clásico, hermoseado con algunos sentires entre venezolanos y trianeros, que dan aceptable mezcla.

Es decir, que al único toro noble en la tarde Morenito de Maracay le embarcó en redondo y al natural, cargando la suerte, rematando en su tiempo y lugar, ligando los pases. Sólo un ratito, sin embargo. Estaba claro que Morenito de Maracay tenía la intención de cortar una oreja, no dos. De tener la intención de cortar dos, habría continuado la interpretación de aquel toreo hecho a los aires combinados de Venezuela y Triana. Como tenía la intención de cortar una, cambió el rumbo, dio un circular, citó mirando al tendido, prodigó rodillazos y vapuleó la nobleza del toro volviéndole loquillo con ajetreos treméndistas. En fin, cumplió su propósito Morenito de Maracay y le dieron la oreja. Una. Que sumada a las de anteriores fastos, consolida su valencianía adoptiva, y para las próximas corridas falleras ya está apuntado el primero en la lista.

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