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El dique divide Gijón

MOPU y Ayuntamiento son partidarios de una regeneración de la playa que rechazan los ecologistas

La regeneración de la playa de San Lorenzo, de Gijón, divide apasionadamente a la ciudad asturiana. El Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (MOPU) y el Ayuntamiento son partidarios de la construcción de un dique semisumergido, al que se oponen radicalmente expertos universitarios y ecologistas. La ciudad está sumida en la duda. Javier Sáenz Cosculluela anunció en el Congreso que no se iniciará la obra hasta que haya unanimidad entre los gijoneses. El alcalde, Vicente Álvarez Areces, socialista, está de acuerdo con aparcar el proyecto "hasta que expliquemos mejor a la ciudad las ventajas y beneficios del dique".

Éste es el tercer aplazamiento de una obra cuya polémica no cesa. Gijón mira hacia la playa, y todo lo que se refiere a ella origina debates interminables. Una playa que, con casi dos kilómetros de largo, cuenta con una bandera azul de la Comunidad Europea (CE), al ser considerada modélica, y es una de las más abarrotadas de bañistas en verano.El proyecto de regeneración está incluido en los planes puestos en marcha por el ministerio para todo el litoral. Ya se han hecho numerosas actuaciones en el Mediterráneo, un mar muy diferente al Cantábrico. En el caso de Gijón se pretende que haya arena seca en la parte más al Oeste de la playa -que queda sumergida totalmente con las mareas altas y, por tanto, no aprovechable para los bañistas durante varias horas- y evitar la erosión constante que sufre el muro como consecuencia de las vivas mareas cantábricas.

El MOPU ofreció la solución del dique a la corporación, que, en febrero de este año, la dio por buena, con los votos favorables del PSOE, CDS e IU, mientras que AP se opuso. El dique, que supone una inversión de 660 millones de pesetas por parte del MOPU, iba a empezar a construirse, primero en abril, después en octubre, y ahora se ha aplazado hasta el año próximo, cuando las obras estaban a punto de adjudicarse.

El muro

Será un muro de hormigón de 180 metros de largo por 36 de ancho (aproximadamente el doble de una autopista), aunque semisumergido (se verá más de medio metro por encima del nivel del mar el 24,6% del tiempo total del verano, más de un metro el 7,6% y más de 1,5 metros el 0,8%) y que estará adosado al cerro de Santa Catalina.Las obras de regeneración suponen, al mismo tiempo, la aportación de 275.000 metros cúbicos de arena en la zona que se pretende rescatar al mar. Esta arena va a ser extraída de la ría de Villaviciosa, lo que ha suscitado igualmente las protestas ecologistas.

"No hay ninguna duda que la playa necesita una actuación de, este tipo", según el alcalde, quien confía "en que pronto se despejen las dudas que pueda haber". El ingeniero jefe de la demarcación de costas en Asturias, Alejandro Checa, ha declarado en Hoja del Lunes de Gijón que "el dique de la playa será como una hormiga en una bañera".

El grupo ecologista Urtica y expertos universitarios han dado la voz de alarma, que ha tenido eco entre la población. Germán Flor, profesor titular del área de Estratigrafía de la universidad de Oviedo, y especialista en dinámica y sedimentación litoral, encabeza a quienes se oponen. Mientras los argumentos del MOPU y del Ayuntamiento son los dos citados (disponer de más espacio y de más arena para la playa en verano y evitar la erosión del muro), quienes están en contra manejan razones múltiples,

Germán Flor afirma que "el impacto visual es enorme, diga lo que diga el MOPU, porque un espigón de esas dimensiones se va a ver más tiempo durante el verano; nadie puede asegurar que la arena nueva no sea arrastrada por el mar; la erosión que se va a evitar en una zona del muro se va a desplazar hacia el Este a otra parte del mismo muro y la zona de arena seca que se recupera en una parte se perderá en otra; la Escalerona (símbolo de la ciudad) va a quedar semitapada, y una obra de estas características precisa de unos estudios técnicos mucho más completos, que no se han hecho".

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