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Marta Clarisa Hernández

Cine para Nicaragua en el Tarco de la Paz'

Es pelirroja y de melena abultada. Su cara resulta primero una constelación de pecas, después un mundo de simpáticos mohínes. "Ahorita, en Nicaragua, somos un constante esfuerzo para mejorarnos: más educación, más cultura". Se convierte con el tiempo en una avalancha contagiosa de ilusiones y ganas de trabajar. Marta Clarisa Hernández, realizadora nicaragüense de cine, ha venido a España para colaborar en unos astilleros muy especiales: los encargados de construir el Barco de la Paz.

"Estoy conmovida por la solidaridad de España con mi país. Lo importante es saber que no estamos solos".El Barco de la Paz saldrá en otoño, rumbo a Managua, cargado con unas 500 toneladas de material de ayuda de diverso tipo: desde libros y cuadernos escolares hasta camas para hospitales, aperos de labranza y preservativos. Y con una filosofía dentro: para lograr la paz es preciso conseguir un mínimo desarrollo económico.

Toda su familia vive en Honduras, pero ella prefiere Nicaragua. "Porque ahorita tenemos la esperanza de que nuestros hijos crezcan en una sociedad honesta, buena, con más cariño". Está casada y tiene dos hijas de cinco años y siete meses. "Con Somoza no había cariño en la sociedad, era un ambiente hostil donde ser joven era un delito". Tiene 30 años, ha estudiado Literatura y ahora hace cuarto curso de Arte. "Ser joven es difícil todavía en mi país, porque hay que sacrificar los sueños personales para luchar frente a la contrarrevolución".

Ingresó en el departamento de producción de Incine (Instituto Estatal Nicaragüense de Cinematografía) en enero de 1980, a los tres meses de abrirse. El instituto se dedica principalmente a la elaboración de documentales sobre las condiciones de vida del pueblo nicaragüense, y las 60 personas que en él trabajan constituyen la llama que mantiene viva una modestísima producción cinematográfica. Marta Clarisa ha venido a España con la película Mujeres de la frontera, primer experimento de ficción de larga duración de Incine, que trata sobre las mujeres campesinas del pueblo de Jalapa, que asumieron durante un año las labores hasta entonces reservadas a los hombres cuando ellos tuvieron que marchar a luchar.

Ahora Marta Clarisa trabaja en una coproducción con TVE que cuenta la historia de un negro de 18 años que vive en la costa atlántica y quiere ser bailarín. "Pero debe renunciar a su sueño, por la guerra".

Dentro de los proyectos de ayuda que incluye el Barco por la Paz se encuentra la mejora de la cinemateca de Managua. "Es como la hermanita pequeña de la Filmoteca de acá, de Madrid. Una sala bien chiquitita, sin aire acondicionado, con los proyectores muy viejos, tanto como las cámaras con que trabajamos nosotros". Lo último proyectado en la cinemateca: Novecento, de Bertolucci.

La gran ilusión de Marta Clarisa durante su estancia en España es ver El último emperador (película aún no proyectada en Nicaragua) y la última obra de García Sánchez, Pasodoble. Quiere además contactar con profesionales españoles del cine para que contribuyan con cursos y seminarios a la formación de quienes trabajan en el Incine. "Lo peor de mi país es que las circunstancias apenas nos dejan planear lo que vamos a hacer mañana".

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