La hora amarga de la derecha francesa

Las actuales formaciones políticas conservadoras, en peligro de desintegración

Los conservadores franceses viven estos días uno de sus peores y más amargos momentos de los últimos siete años. Desgarrados entre el extremista Frente Nacional (FN) y los socialistas, los neogaullistas del RPR (Asamblea para la República) y los conservadores y centristas de la UDF (Unión para la Democracia Francesa) se hallan sin estrategia alguna y temiendo lo peor, es decir, no ya la derrota de su candidato a la presidencia, Jacques Chirac, sino la aparición de una fuerte tensión centrífuga que destroce las actuales formaciones.

En los márgenes derecho e izquierdo del bloque conserva...

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Los conservadores franceses viven estos días uno de sus peores y más amargos momentos de los últimos siete años. Desgarrados entre el extremista Frente Nacional (FN) y los socialistas, los neogaullistas del RPR (Asamblea para la República) y los conservadores y centristas de la UDF (Unión para la Democracia Francesa) se hallan sin estrategia alguna y temiendo lo peor, es decir, no ya la derrota de su candidato a la presidencia, Jacques Chirac, sino la aparición de una fuerte tensión centrífuga que destroce las actuales formaciones.

En los márgenes derecho e izquierdo del bloque conservador, la inquietud se traduce en deserciones. El ala derecha del radicalismo está flexionando hacia la izquierda. Cuatro ex ministros de Giscard d'Estaing y algunos responsables, todos ellos radicales, se han pasado ya a François Mitterrand. Destaca entre ellos Jean-Pierre Benoit, secretario nacional adjunto del Partido Radical.En el otro extremo, cuadros locales del RPR no dudan ya en mover los hilos de sus estrechas relaciones con el Frente Nacional estimulados por las declaraciones del ministro del Interior, Charles Pasqua, que ha subrayado la existencia de valores comunes a la derecha clásica y a la extrema derecha. Estas manifestaciones de Pasqua han producido un rosario de declaraciones contradictorias por parte de numerosas personalidades de la derecha. Para el ministro Camile Cabana está más que claro que Chirac: encarna mejor que nadie "los valores que reivindican los electores de Le Pen".

El ex ministro centrista Lionel Stoleru se ha mostrado, en cambio, favorable a una alianza con los socialistas, y asegura que el 9 de mayo tendrá ya las manos libres para "organizar la ofensiva anti-Le Pen". El ministro y presidente del CDS (Centro de Demócratas Sociales), Pierre Méhaignerie; el secretario de Estado para los Derechos del Hombre, Claude Malhuret, y el ministro de Comercio, Michel Noir, han mostrado su abierto desacuerdo con las declaraciones de Pasqua.

Perder el alma

Michel Noir es el autor de una frase célebre que le valió una dura reprimenda, pero que tiene posibilidades de definir las dudas hamletianas de la derecha. "Antes perder unas elecciones que perder el alma", dijo Noir en referencia a las alianzas con el FN. Los conservadores franceses se hallan ahora ante la oportunidad de perder el alma y las elecciones.Entre los personajes más activos de la derecha, una parte se está dedicando a preparar los puentes hacia el socialismo que les permita salvar el alma, mientras otra parte, con Pasqua a la cabeza, está intentando ganar las elecciones a costa del alma. La mayor parte, sin embargo, intenta cumplir con el expediente durante una semana, sin jugarse el futuro: esto sólo se puede hacer a base de silencio, discreción o una calculada ambigüedad, que permite apoyar incondicionalmente a Chirac, desautorizar a Pasqua y asegurar que no habrá alianzas con la izquierda.

El llamamiento de Jean-Marie Le Pen a no regalar ni un solo voto a François Mitterrand no ha agravado las cosas para Jacques Chirac, pero tampoco las ha mejorado. La ambigüedad de su toma de posición permitirá a numerosos votantes del Frente Nacional el ejercicio de un voto revolucionario, destinado en su estrategia a radicalizar las cosas, según la política de favorecer lo peor. Le Pen aseguró que se trataba de elegir entre "lo malo (Chirac) y lo peor (Mitterrand)". Para el Frente Nacional, la elección de Mitterrand es la situación ideal para una aceleración del crecimiento del lepenismo.

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El estado mayor electoral de Jacques Chirac: quiso dar una respuesta a la toma de posición de Le Pen en una escueta y curiosa nota. En ella se dice que, "en una elección presidencial, los franceses no se deciden siguiendo las consignas de voto que les dan los partidos políticos, sino que juzgan por ellos mismos los proyectos de los dos candidatos que quedan en la segunda vuelta". "A cada uno, ahora", añade la nota, "le toca decidir en conciencia para el bien del país".

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