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Peter Eisenman: "La arquitectura debe revolver sus entrañas para hallar el camino del futuro"

El arquitecto norteamericano abogó en Barcelona por una vía intermedia entre la nostalgia, y la utopía

Una de las figuras más singulares del panorama arquitectónico contemporáneo a nivel mundial, el norteamericano Peter Eisenman de 55 años, presentó el miércoles en Barcelona sus últimos proyectos y sus puntos de vista acerca de la situación actual de la arquitectura. El acto académico forma parte de las actividades del Colegio de Arquitectos barcelonés, que conmemora el 25º aniversario de la construcción de su sede, un revulsivo en el contexto arquitectónico de su tiempo. Para Eisenman, "las corrientes nostálgicas o utópicas han situado a la arquitectura en un no-lugar, del que sólo podremos salir revolviendo las entrañas de nuestros principios, desvelando y enfrentando los fantasmas y represiones que arrastra la arquitectura".

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Más allá de los códigos constructivos

Peter Eisenman es exponente de un nuevo y todavía escaso tipo de arquitecto norteamericano, representante de una corriente tan distante de los modelos de la vanguardia como de la recreación posmoderna del pasado. Junto con alguna otra figura conio Frank Gehy -que estuvo en Barcelona hace dos semanas, dentro del mismo ciclo de celebraciones del Colegio de Arquitectos (ver EL PAÍS del 26 de noviembre)- Eisenman representa una tercera vía que empieza a perfilarse en EE UU y ade más se halla, al igual que Gehry, en una situación idónea para hacerse oír y poner en práctica sus teorías.Eisenman resume sus posiciones, al señalar a este diario que "la arquitectura contemporánea vivo, un momento de confusión conceptual; nos sucede algo que no pasa en casi ninguna otra profesión y es que tratamos de solucionar problemas del siglo XX -y, más aún del siglo XXI- con métodos y actitudes del siglo XIX. Hoy se tiende a la estilización o a la decoración de lo banal con el propósito de atenerse a unas normas o de recrear un pasado que algunos suponen mejor y más próspero; esto nos ha conducido a crear no-lugares y a seguir el discurso hegeliano de tipificarlo todo".

Banalidad y futuro

"Mi aproximación", explica Eisenman, "es que no podemos partir ni de la nostalgia ni de la utopía y que si lo que nos ofrece la situación actual es la banalidad, debemos partir de esta banalidad, diseccionarla, darle la vuelta, cambiar sus códigos y revolver sus entrañas; hemos de ver qué es lo que contiene la maquinaria de la banalidad. Por otro lado creo que es imprescindible que muchos arquitectos se dén cuenta de las interrelaciones entre estructuras arquitectónicas y estructuras sociales; lo que vemos por doquier son posturas cínicas, escépticas o fanáticas y yo quiero creer que hay un futuro posible más allá de todo eso".A diferencia de Frank Gehry, que procede de la costa Oeste de los EE UU y reconoce como más cercanas las tradiciones arquitectónicas orientales que la arquitectura clásica griega, Eisenman -que vive en Nueva York- se identifica con sus raíces europeas, pero puntualiza que "en Norteamérica, el arquitecto no tiene la misma consideración social y cultural que en Europa; el arquitecto queda sistemáticamente al margen de las decisiones urbanísticas, que toman las autoridades y los grupos financieros. Por otra parte, la evolución arquitectónica del mundo del que vengo hace que muchas ciudades norteamericanas -Los Ángeles, Houston- sean agregados de no-lugares y lo que ha sucedido en los últimos tiempos es que algunos han intentado convencerlos de que debemos barnizarlo todo, desplegar la nostalgia y recuperar el topos del siglo XVIII".

"Lo que sugiero es que antes de poder encontrar el nuevo topos, el topos de la arquitectura del siglo XXI, hemos de destripar la arquitectura actual, mirar dentro de la barriga del arquitecto y destrozar de una vez los no-lugares que hemos construido entre todos y de ahí, de la barriga del arquitecto, extraer el futuro, como si se tratará de un parto".

Magos y cirujanos

Para Eisenman, "los arquitectos actuales somos responsables de los no-lugares por haber tratado siempre los problemas de un modo muy tradicional. Debería mos ser más activos a la hora de estimular nuevos métodos en las nuevas generaciones, pero el ur banismo aún trata del presente como si fuera el pasado. Es una locura total que los estudiante de arquitectura sigan aprendien do a hacer catedrales y barrios del siglo 'XVIII: los arquitectohan de aprender a ser cirujanos en lugar de magos".

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