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MOSTRA DE VENECIA

Acogida cortés a 'Divinas palabras'

ENVIADO ESPECIALLos cronistas italianos de la Mostra de Venecia dedican en todo su tiempo a convencernos y convencerse de que Lunga vita a la signora, de Olmi, es una auténtica obra maestra e indiscutible candidata al León de Oro. Y para hinchar una película tan mediocre hay que desentenderse de todo lo demás, quitarles protagonismo a los otros. Divinas palabras, que tuvo una buena acogida por parte del público, ha merecido un trato cortés, pero superficial, por parte de la Prensa italiana.

Quienes salen mejor librados son los actores, pues Paco Rabal ha pasado a engrosar la quiniela de favoritos. Por ejemplo, en La Reppublica se habla de "un gran Francisco Rabal dentro de una película de notable interés para los estudiosos del teatro, pero que es más académica que buñueliana". La acusación de academicismo se repite también en Il Messagero y El Corriere della Sera, que se declara "muy alejado del gusto de este texto crudamente anticlerical y de estilo pintoresco, de un naturalismo que tiende a lo grotesco". Según el crítico, José Luis García Sánchez es un "seguidor del Buñuel más comecuras".

En Il Manifesto se subraya el buen nivel actoral, mientras que en La Stampa, y aun reconociendo que "el filme, planteado desde una respetuosa estilización, tiene un cierto mérito, difícilmente será distribuido en Italia", circunstancia que el crítico lamenta porque Divinas palabras le parece de más interés que el Made in heaven, de Alan Rudolph, que por el mero hecho de ser estadounidense tiene garantizada su distribución mundial.

Ambiciosa, pero fallida

En cualquier caso, opiniones concretas al margen, sí existe el sentimiento generalizado de que el festival dura aún demasiado, que no tiene suficientes buenas películas para mantener el buen nivel de la primera semana. Así, la cuarta película italiana a competición, Quartiere, de Silvano Agosti, es un ejemplo de película ambiciosa, pero fallida desde su primer plano por falta de acoplamiento entre la materia que expresa y su forma.Más correcto, porque tiene más oficio, pero igualmente desorientado, el húngaro Miklos Jancso busca la manera de renovarse. Se acabaron ya los largos planos de secuencia y una cierta manera de mezclar historia, ficción y folelor, y lo que ahora nos propone aún no está bien definido. En Szorneyek Evadja nos propone una fábula de intención apocalíptica, y en la que encontramos una reflexión sobre el pasado y el presente de Hungría. Simbólico, hermoso y vacío, el filme de Jancso es testimonio de una crisis creativa que se prolonga desde hace ya bastantes años.

Y confirmando la pendiente por la que parece rodar la calidad de la selección, se ha presentado la canadiense Le sourd dans la ville, de Mireille Dansfrau. Es una pequeña obra que puede definirse como una versión mínima de Aviso para pequeñas embarcaciones, de Tennessee Williams.

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