La triste historia de Pedro Ortega
Pedro Ortega almorzaba con su cuñado en el mismo edificio de Hipercor en el momento de los hechos. No oyeron la explosión, pero detectaron las primeras sirenas. "Mi cuñado me dijo entonces que su esposa, la hermana de mi mujer, estaba en el supermercado, pero no quise creerlo", dice.Conocían el edificio, pues ambos trabajan en la novena planta del inmueble, por lo que bajaron al almacén y pudieron ayudar a los bomberos a aproximarse al centro del incendio. El fuego y, el humo impedían avanzar en la entrada de aquel sótano-aparcamiento, y todo había quedado a oscuras. "Luego ayudé a sacar heridos, algunos ya sin vida y otros agonizantes, a los que intenté darles respiración artificial".
Pedro Ortega pensaba en la posibilidad de que entre los heridos estuviera su cuñada. Como no la localizó, más tarde, cuando ya habían sacado a todas las víctimas, comenzó a recorrer hospitales para asegurarse de que no se encontraba entre ellas. Finalmente, en el hospital de Sant Pau la halló, muerta. Únicamente pudo reconocerla por los objetos que llevaba.
"Quizás habré salvado algunas vidas, gracias a Dios", decía desconsolado Pedro Ortega, con las manos y la cara tiznadas por el humo. Había ayudado a salvar algunas vidas, pero no pudo asistir a su cuñada. A pocos metros de distancia, otra familia reconocía el cadáver de otra mujer y el de su marido, sabiendo que el hijo de ambos se encontraba gravemente herido en otro centro.